Me podría desbaratar
con diez segundos de argumentos pero no lo hará, sería muy largo escribir todo lo
que me diría, no sería placentero ni gozoso, sería catarsis y nada más, eso no
lo pondrá. Quiere patalear pero algo más lo motiva. Se ha levantado y desde ya
huelo el olor a ropa vieja, a libro mojado, a lluvia estancada en el ambiente.
Ha abierto un armario que rechina tanto como sus pasos, o como sus codos o
rodillas. Luego han caído miles de hojas rancias, cansinas, clepsidras que se
han hecho añicos antes de tocar el suelo. Está buscando algo, una gran bolsa
negra, sé lo que hay dentro y aun algo en el bajo estómago se me ha movido. Me
pregunta:
-¿la necesitaremos?-
He movido la cabeza y él ha entendido que una parte nuestra
tiene que quedarse para siempre en esta casa que estamos a punto de derribar.
-Creo que te hubiese golpeado si me decías que me lleve la
bolsa- me dice mientras empieza a guardar los cuadernos manchados y sus papeles
sueltos en un morral manchado por una marca de humedad.
-De golpearme, caerme y levantarme he hecho una especie de
rutina, es más tengo un tema que habla de…-
- Bla bla bla, de eso hablarás luego, recuerda que me has
usurpado. Que partiste de lo que yo hacía, que un día te fuiste dejando mucho
entre la puerta y lo que ahora llamas vida.
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