viernes, 12 de diciembre de 2014

Regreso ( o de cómo +Síntomas encontró al DaleNomás)

Mucho que limpiar, unas sillas en el suelo y mangas de camisa en las ventanas. Me fui hace un par de años y este regreso ha sido casual, llegué y estuve afuera sin tocar temiendo que la puerta se caiga y él no esté más.

Vine porque me topé con unas letras hace poco y me pregunté si ya estaría listo para venir. Ya adentro no tengo tino para seguir describiendo. Lo primero que escribí no fue lo primero que encontré. Al fondo, sentado en medio de los despojos, se hallaba con una chalina casi sin colores, de espaldas, viendo el techo, queriendo seguir quieto como esas veces. Estaba ahí entre estos tapices muertos que hoy toco y un contador que apenas se ha movido en años. “¿Ya estás tranquilo?” le digo y retrocedo.


No ha volteado el buen muchacho, sabe que lo que viene es divagación pura, nada entretenida, tan personal que yo perdería en un minuto (mientras yo me fui a conocer lo que no tenía, él se durmió todo este tiempo con lo poco que nos quedaba). Se sabe y conoce, domina estas letras que ahora se me hacen torpes, se ha quedado pensando en cada frase maravillosa que alguna vez leímos, yo en cambio las presté tanto que casi ninguna se me ha quedado.


-¿Es que acaso soy así allá afuera donde se supone que pasa el tiempo?- Ha dicho sin voltear y yo toco un pedazo de filtro, y mis pies rozan el rectángulo azul donde ahora se lee mi nueva forma.
-Vengo por una necesidad, necesito algo tuyo, así que pon tus camisas en alguna mochila rota, agarra un morral sucio y ven con tu talento inconforme y voluntad nula. Nos vamos, carga con tus tapices y con tus formas redundantes. Sígueme que tengo muchos planes y está demás que des pelea-
-Tienes miedo de no saberme usar-
- Tengo miedo porque tengo demasiadas cosas dentro y eres el único que adora las bolas de lana, que le encanta buscar agujas, que añora desenredar redes.-
-¿Tal vez encuentre algún pescado en esas redes?-
-Tal vez- le he dicho sin esbozar sonrisa.
-Y lo podrás hacer cebiche. Te sigue gustando el cebiche ¿no?-
-Eso almorcé hoy, con un amigo, luego de votar, antes de subir al bus plomo y entrar a nuestro viejo cuarto que ahora es una hermosa pieza seca donde podrás hacer lo que te dé la gana mientras trato de enlazar corcheas con las letras que tú me darás-
Se ha vuelto y no es tan diferente, con una mala postura y ojos vidriosos, me ha visto y siento en el rechinar de sus articulaciones miles de letras que se forman entre nosotros.


 Me podría desbaratar con diez segundos de argumentos pero no lo hará, sería muy largo escribir todo lo que me diría, no sería placentero ni gozoso, sería catarsis y nada más, eso no lo pondrá. Quiere patalear pero algo más lo motiva. Se ha levantado y desde ya huelo el olor a ropa vieja, a libro mojado, a lluvia estancada en el ambiente. Ha abierto un armario que rechina tanto como sus pasos, o como sus codos o rodillas. Luego han caído miles de hojas rancias, cansinas, clepsidras que se han hecho añicos antes de tocar el suelo. Está buscando algo, una gran bolsa negra, sé lo que hay dentro y aun algo en el bajo estómago se me ha movido. Me pregunta:
-¿la necesitaremos?- 
He movido la cabeza y él ha entendido que una parte nuestra tiene que quedarse para siempre en esta casa que estamos a punto de derribar.
-Creo que te hubiese golpeado si me decías que me lleve la bolsa- me dice mientras empieza a guardar los cuadernos manchados y sus papeles sueltos en un morral manchado por una marca de humedad.
-De golpearme, caerme y levantarme he hecho una especie de rutina, es más tengo un tema que habla de…-
- Bla bla bla, de eso hablarás luego, recuerda que me has usurpado. Que partiste de lo que yo hacía, que un día te fuiste dejando mucho entre la puerta y lo que ahora llamas vida.


Me he mirado a los ojos  y me he reconocido, más joven menos alegre y profundamente abrumado, tenía tantas dudas y miedos aquellas veces, había algo espeso en mis venas, plomo en la boca  y una gigantesca pátina que me cubría para que nunca me toque el sol. No he aguantado más y  lo he abrazado por los viejos tiempos,  le he dicho que apenas se lave el cuerpo plagado de telarañas  y hayamos digitalizado varias de esas hojas viejas, lo voy a llevar a comer una buena lasagna.
-Esa clase de mierda tragas ahora- responde y me he reído luego de mucho, sabiendo, tal vez, que no voy a acabar siendo el mismo después de tanto tiempo de buscar no haber sido así.

 
 
Luego…
-Lo primero que haré será cambiar el papel tapiz-
-Claro eso de los colores ya llega al chompiras, ¿le devolverás el nombre a la página verdad?-
-No-
-Eres un maldito conchudo-
-Soy tu futuro-
-No serías nada sin mí-…


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