martes, 5 de julio de 2011

Oda a la (mala)costumbre

La disciplina perdida reafirma la costumbre de los actos. Lo fácil (para cada uno) y placentero acostumbra, así la disciplina evoca directamente actos de complicada constancia. En el eterno diario los hechos acostumbrados suelen fluir, hoy me hurgaba la nariz y después de notarme lo seguí haciendo, ¿costumbre?, talvez inconsiente pero costumbre, fácil y práctica, me pica y me rasco, lo inadecuado es el lugar donde lo hago pero fuera del contexto donde se realice la costumbre suele brotar ante la necesidad, de manera distraída juega con hechos que revelan partes nuestras, con roche o no.

Ahora si bien tenemos costumbres consientes o TIC´s, hábitos malformados o peculiaridades inofensivas, dependemos de ellas para solucionar hechos triviales y a veces no, si no juego con mi pie infinitamente de arriba abajo no logro terminar mi escritura. Diversas maneras de efectuar las costumbres son las cosas que nos plantean como especiales y diversos e incluso permite que nos recuerden. Muchas veces no aprecian la labor profesional  de alguien pero la gente lo suele recordar como aquel que hacía las burbujas de baba más grandes. Incluso hay momentos donde se desarrollan técnicas para hacer más efectiva nuestras "costumbres", desarrollamos habilidades inútiles que permitan acrecentar costumbres únicas como los chasquidos ruidosos ó los silbidos potentes. Los "talentos" desarrollados gracias a una costumbre suelen ser mirados con admiración o con rareza y asco, que uno escupa dentro de un tacho a cuatro metros de distancia y deje su baba íntegra dentro del recipiente asombra como asquea. Ahora si uno puede desarrollar formas de hacer más efectiva su "habilidad" dentro de los límites de la misma, es decir acrecentar los "poderes" sin salir del parámetro de la costumbre, goza de ésta, le es altamente placentera, así es algo que uno puede ejecutar mientras ve televisón o da un examen y cada vez lo hace mejor sin tener que esforzarse mucho o sin hacerlo osea que uno siente que ha nacido con un don oculto ya que mejora sin perturbarse.

Ahora bien, el límite de lo trivial y lo intracendente de lo escriito sobre la maravilla de mejorar las costumbre radica en que uno nunca da más de si por mejorarlas. Cuando uno siente que tiene que entrenar (maldita palabra) para perfeccionar una técnica de elaboración de globos de chicle está matando la costumbre, la vuelve disciplina, le quita la gracia, lo hace un deporte, se dedica a esto y sueña con el voluminoso y vetusto tomo de los Guinness, es aquí donde mata el placer vanal del desarrollo sin esfuerzo, la costumbre muere y hasta tiene chances de ir a la olimpiada.

La costumbre o el tic que crece gracias a la disciplina corrompe los actos mismos del despreocupamiento y da paso a la ambición desmedida y estúpida de querer un título por sacarse la legaña más grande del mundo. Aquí también radica el rompimiento de lo secreto, si bien nuestros "hábitos malsananos", no productos de la disciplina, rayan lo vulgar, muchas veces nos causa placer ejecutarlos y no sacarlos de nuestra privacía o del grupo de amical muy muy cerrado, cuando los disciplinamos talvez acrecentamos el placer pero lejos de volvernos únicos, esa ansía de querer que todos sepan de nuestra "habilidad", vuelve al intento inútil y vano, lleno de propotencia y de ridiculez.

Así las (malas)costumbres no nacen para enorgullecernos, existen para el placer oculto de su ejecución insana.

1 comentario:

  1. Interesante abordaje de un tema coloquialmente conocido como "tics". Cabe mencionar ke en Psicopatología se consideran a éstos como movimientos repetitivos e involuntarios que aparecen cerca a la cabeza o la cara.
    Sin llegar a catalogarse de "estereotipias", son estas malas costumbres (por denominación del autor) akellas ke nos conducirán a la habladuría de los demás, principalmente las personas dedicadas a la crítica para hacerse notar superiores al resto.
    Un asunto en realidad atrayente, estimado Levym, con muchas connotaciones y diversidad de opiniones; por mi parte al menos completamente de acuerdo con la ridiculez de la obsesión por el reconocimiento banal de un hábito malsano.
    Saludos.

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