lunes, 4 de junio de 2012

"Ser o no ser...un león" (Post para saber que tan animal se es realmente)



El tipo de la tele le preguntaba a uno de sus invitados: Si tuvieras que elegir uno ¿Con qué animal te identificarías?  Luego todo fue alegremente perturbador.

Tal vez dijo con un halcón, un jaguar o un tierno cachorrito. En realidad yo tenía ya la sonrisa plena antes de escuchar la respuesta. Así que apenas el invitado rompió su silencio,  justo en el instante en que  iba a salir la respuesta de su maquillada boca, solté la carcajada feroz desde el cuarto piso en la cocina sin siquiera percatarme de su respuesta.  Sonora y brutal, la risa movió, con una sacudida de torso, desde el respaldar de mi silla hasta, tal vez, algún cimiento de la buena casa. 

Daba igual con qué animal se comparara, yo sabía que, dijera lo que dijera, sería tan predecible y exagerado como es costumbre en tanta alegre gente de la tele. Leones, águilas, caimanes, panteras, búhos, picaflores, peces espada, otorongos, tigres y demás. La mayoría representaba su momento justo de vida con el triunfo,  y comparaba dentro y fuera de sí,  su excelente momento con el aletear de un cóndor majestuoso entre las cordilleras, porque solo  haciendo una referencia de tal magnitud, podrían hacer saber al público televidente como se sentían  tanto en cámaras como fuera de ellas.

Dejando ya la tele de lado y a sus graciosos abanderados, ese hábito de comparar ciertas características nuestras con formas animales, ese zoomorfismo que tanto nos gusta, que exalta tus destrezas  y  a la vez maximiza tus defectos, sirve también para ver cuan animales somos.

Por dar datos genéricos,  los felinos son los más salen rentables en el catálogo. Comparaciones con leones, tigres, pumas, jaguares y demás mininos. Por su agilidad dicen unos, por que son sigilosos y la vez muy “bonitos” suelen repetir mientras en los ojos se les forma una convicción tan parecida al animal elegido que no es de extrañarse que maúlle esa noche entre zapatos viejos lanzados de las azoteas.  Pero yendo al otro extremo, un borracho vividor solía decir que se sentía como un león y tenía completa razón ya que los buenos reyes de la selva solo cazan cuando no hay otro remedio y cuando  la leona ya no puede mantenerlos, aparte está el hecho de matar a sus propios cachorros machos para conservar el mando en la manada. Claro, este amigo golpeaba a sus hijos para compensar justamente eso que los felinos con gran melena tienen que hacer.

Los que se creen cóndores  nunca dicen abiertamente que sin ser carroñeros no vivirían y para esto mejor les va mejor ser un gallinazo de basural. La gente que ama a los lobos piensa más en su pelaje y su manera solitaria de vida ignorando tal vez  que son oportunistas natos y buscan la presa fácil y vulnerable. Los buenos hombres que dicen ser tigres sin saber que se comen a sus hijos si la hembra no los defiende. Del otro lado la gente que compara a un gordito con un elefante ignora que la lengua de una ballena pesa tanto como uno. Gente que dice ser como peces libres y felices aunque olviden que tienen solo tres segundos de memoria.

Siendo esta tal vez una lección de zoología, no es el hecho de conocer conductas animales para hablar de ellos pero hay que saber algo especial de alguien para poder compararse más allá de su primera impresión. Las similitudes no van a detenerse y creeremos siempre que los gatos son tiernos y que los perros los mejores amigos del hombre, diciendo que todas las aves son símbolo de libertad y cosas por el estilo que marquen nuestra forma muy individual de presentarnos con los demás pero el día en que escuchemos a un muñeco de la tele decir que quiere ser un delfín no por su amabilidad y bonita cola sino porque estos seres nunca duermen alternando partes de su cerebro para siempre estar despiertos, sabremos que nos acercamos a nuevas épocas.

 El ejercicio de compararnos debe de ser eso, un ejercicio regular, una búsqueda de similitud en otras áreas aun sabiendo que, si algún animal se comparara con otro, nunca elegiría al humano por  conocernos como eternos ignorantes en su gran mayoría y por demás cosas por las que nos deben de estar odiando en este preciso momento.

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