miércoles, 16 de noviembre de 2011

Ya vuelvo voy a la U (triste canción de amor)


Realmente no deseo ir, no es cuestión de apetitos intelectuales (que dejaron de existir en ese lugar), tampoco es que tengo cosas más importantes que hacer (que sí las tengo), no deseo acercarme a ese sitio, ahí el conocer se ha amoldado a ciertos estándares, ha muerto y para  concha ha matado toda expectativa con respecto a mi afán. A penas dos meses para terminar el camino de tierra que se hizo inmenso por lo ridículo de varias materias a cargo de mediocres ególatras sobredimensionados y el desperdicio de cátedras interesantes  por los mismos mediocres ególatras sobredimensionados, hoy siento que si he entendido razones varias es por el propia ansía y el haberme topado con seres interesantes que no llegan ni a cinco.

Si es cierto que tengo una indignación gigantesca que acompaña a este desgano de no querer ir también  es cierto que ha habido días en los que discutiendo entendí lo complejo de todo ese delirio del escribir, de la música y del Dale Nomás pero ahora se han ido, sin melancolía alguna, sin recuerdos ni vistas para atrás, se han largado los contados momentos y  no los extraño porque se supone que esas razones debían ser pan de cada día, existir siempre para enamorarme eternamente, ahora sólo odio toda comparación y superioridad evidente de las reuniones hacia mi conocimiento propio.

Tengo que acortarme, hacer esto más pequeño por que la obligación hace tiempo dejó de ser necesidad (tal vez tres semestres lo fueron) y terminar desde un punto muy similar a otros, muy parecido a los demás, una equidad asquienta. Punto final para todo este sopor y desidia que me harán coger la mochila con el cuaderno que no cambia desde hace dos años, donde sólo apunté cosas putamadrezcas de ciertos docentes ahora a salvo en otros lugares o sobreviviendo en el muladar o transformados por completo en parte de la piara. Cuaderno (uno solo) donde están chizpasos de luz que me segaron y que comparten espacio con morfologías baratas y con apreciaciones tan subjetivas, de dudosa procedencia y con fecha caduca. Si algo de bueno hay en haber subido a esas combis por cinco años es el camino tan desigual entre su ventana y la carretera pero da igual ahora a lavarme los dientes y volver para escuchar y cogerle la mano a ella mientras nos aburrimos lenta y mortalmente.

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