domingo, 1 de abril de 2012

Parches y excusas (informativo para explicar lo que a uno le pasa)

Para iniciar está, luego del tiempo de webeo asalariado con estrés, la nueva versión de la página de Facebook. Próximo está el like que di a toda página que mente la biografía de Zuckerberg. Más allá se dibujan las entradas solitarias: las mismas que poseen ningún comentario pero que fantasmalmente alimentan el contador de visitas. Cerca muy cerca: las ganas de querer seguir siendo lo que de a pocos se apaga como vela en el espacio. Todo se desdibuja, se quitan los colores, incluso los grises de esta aventura sin lectores. Para finalizar, aquí al costado, el polvo cubre las teclas y el mouse. Arriba la pantalla que sirve para que duerma el gato y para que los estados critiquen nuevamente la puta biografía del buen Mark. Nuevamente me planteo el post semanal, no, ahora diario o ¿quincenal?,  la cosa es escribir y sobrevivir aferrándome a la idea de que los baobabs no se están chupando mi planeta.

Ahora bien, una caricatura de los hechos:

“Salir de la U era manejar, por fin, la carcocha que cargaba en maletera  mis ideales de músico y escritor. Con sonido trillado al hartazgo, manejaba pues mi modelo de manivela haciendo oídos sordos a los que decían que a pie llegaría más rápido que trepado en esta mierda. Yo sabía que quería avanzar por donde chucha sea pero avanzar, lento pero seguro con la carcochita que podía cargar con mis libros, audios, pensamientos, ideales, desahuevantes morales y el ateísmo en frasco por si necesitaba usarlo contra algún zombie resucitado. 

Llegado el punto del fin, me di cuenta claramente de dos cosas: la primera, avanzar a cualquier lado significa también retroceder para su opuesto inmediato y la segunda es que los putos pendejos tenían razón: a pie avanzaba más rápido. Aquí te explico si no la sigues, ir a pie significaba dejarme de huevadas, ir a un lugar fijo, buscar chamba, ganar dinero y hacer algo parecido a todo lo que le dicen vida común y corriente. Ir a pie significaba también llevarme un puñado de sueños que habían en la carcocha con manivela, es decir dejar casi todo o peor aun, elegir entre sacar el lapicero y el cuaderno para llevarme la ilusión del escritor o agarrar la púa y la guitarra para ser una especie de juglar de pista y labrarme a punta de aullidos una carrera en el tiempo libre. Las cuestiones morales y el ateísmo en frasco cabían en el bolsillo de la casaca así que con eso como las webas. 

Ahí estaba pues, asustado, agarrando mi lapicero y la guitarra en mi carcochita que sonaba como máquina para hacer cancha. Dejar un elemento y olvidarme de él junto con el vehículo era renunciar a una parte muy mía, una cuestión que me llenaría de tormentos y sudores nocturnos que no quería experimentar. Luego de pensar en cual elegir me di cuenta que la elección más adecuada era la más idealista y  antisensata  posible. Salí de la carcocha y me largué lateando, dejando las dos cosas ahí. Así pues la mica de la guitarra se llenaba de polvo y las letras, los posts, las actualizaciones de la página quedaron huérfanas, al vacío. La carcocha eterna quedó abandonada con todo y cosas, no elegí nada y me largué.

Hoy regresé, luego de un mes o más, ya tengo los planos para hacer de mi carcocha un todo terreno. Me uní a la marea de los individuos reales, esos que ganan y gastan pero pienso invertirlo todo, absolutamente todo en esa máquina que suena a taladro de obrero. Si bien no estoy subido todo los días afinando las cualidades de escritor y músico porque me voy caminando diario, trato de regresar cuando puedo, cuando la modorra no vence, cuando recuerdo que si me bajé de esta metáfora absurda fue para hacer que todo eso que está en la cajuela sea realidad en un futuro inmediato. Pichuladas de joven. Estar escribiendo esto significa que ahora estoy trepado escuchando la radio AM de mi vehículo aterrorizado.”

Luego de la caricatura y las metáforas de couch me planteó a mi mismo un sinfín de promesas mientras entiendo que ahora hago cosas distintas a las que pensé hacer. Recuerdo tal vez que necesito de mucho. Puedo sentir a la vez raíces bajo mis pies, advierto nuevos elementos en mi relación con la soledad, me han quitado mi burda y feliz habitación vacía y la han llenado con mucha cosas. 

Se supone que todo lo que me invade debe provocar mi ira nivel 3 pero la verdad es que a medida que estoy en ese mundo de personas útiles,  le agarro cariño a ciertas especies que se mueven como yo y que me dan nuevas formas humanas de  seguimiento. Si bien ya advertí las primeras rajaduras de mi mundo entiendo que siempre me quedará está parte de la tierra para poder quejarme una vez más sin que nadie me entienda. Al final el asiento trasero es amplio y las excusas me siguen sobrando.

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