Estamos llenos de tiempo. No solo lo consumimos si no que lo
asimilamos como veneno que desgasta la sangre e irrita los huesos. Cargamos una
valija que con el tiempo se vuelve baúl y pierde las ruedas, nos pesa entonces
seguir, nos deja en medio del camino, nos obliga a establecernos. Claro que
siempre hay otros inmunes, más allá del tráfico de equipaje están los que
siguen el rumbo con o sin peso. Los ligeros de pies y de boca. Soñadores
extremos que de uno u otro lado siguen con su vida y cargan a otros mientras
sus piernas no tan grandes parecen que nunca se van a detener.
Líderes les dicen, otros prefieren llamarlos motivadores,
ejemplos, paradigmas o hacedores del cambio. Da igual ya que aun con grandes
nombres siguen siendo pocos pero aún están en todos lados. Pueden conmover con
su realidad a cuestas, con sus respuestas atrayentes o sus ejemplos
demoledores. Productos de la libertad sin compromiso, generadores de ideas
propias que contagian y fortalecen y a su vez recolectores de enemigos de
diversas procedencias.
Lejos de las
alabanzas y nombres que se tejen, entiendo que los ejemplos de unos son los
villanos de otros, es por eso que dejamos los nombres de lado. Lejos también de
rendir una postura se tiene que entender que una vida, en muchos casos, motiva a
otra de diversas maneras posibles, llegando incluso a que los ideales de alguno
terminan siendo guías para enfrentar directamente a otro grupo de humanos con
héroes antagónicos. Lo hermoso de creer en alguien está siempre atado a nuestra
verdadera postura, a nuestros ideales primarios, de moral y concepción de las
cosas.
Defenderemos siempre lo que creemos correcto, defender
implica dar razones lógicas por las cuales exaltamos nuestra postura y es aquí exactamente
donde las cosas se bifurcan. Dicotomía le dicen. El camino que separa la
defensa de un ideal lógico y sustentable se aleja de forma inminente del
fanatismo pasado o moderno. Creer en alguien sin jamás haberlo rebatido, sin
haberle cuestionado nuestras dudas ni logrado sacarle las respuestas que
necesitábamos, es puro afán obstinado y confundido, es ceguera y
obstinación. Muchas de las cosas a las
que hoy rendimos tributo son producto de la duda y la confrontación de ideas.
Formas irreconciliables tienen creyentes de todas partes sin que estos jamás se
hayan atrevido siquiera a preguntar porque están en el bando donde se
encuentran.
Dudar y preguntar. Cuestionar todo, absolutamente todo, es
la forma, tal vez, más sincera de aprender, de crecer y generar ideales
propios, lógicos y tal vez dignos de repetir. Hábitos como la lectura, la
práctica de valores y la curiosidad muestran al final del túnel a ciertas
personas a las que podemos tenerles respeto y admiración pero no por ello serán
pilotos de nuestra vida ni guías espirituales. Son estos tal vez los ejemplos
que necesitamos cuando tengamos dudas en el siguiente paso de nuestro propio
andar, amigos no conocidos de los cuales podamos sacar provecho viendo sus
lecciones pasadas y entendiendo su moraleja del camino recorrido. No se trata
de seguir ciegamente a alguien que ve mejor que nosotros. Acaso andar es mirar
a los diversos caminos y darnos cuenta que las piedras están en todos lados. Así
saber que el descanso, la continuidad y la dedicación son ejemplos aplicables
en todas las vidas y que los senderos son los que forjan a los héroes que
siguen avanzando mostrando que todos, en los diferentes lugares, pueden lograr
lo mismo a su manera.
Optimista y sincero el post de hoy. Caminante no hay camino se ha dicho alguna vez. Los “Hermanos Brothers” lo volvieron rock y me dio que pensar mientras caminaba.
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