lunes, 10 de octubre de 2011

La buena música (monólogo ineficaz)

La buena música no responde al orden lógico que se dicta en los lugares más comunes de la radio, lo bueno no lo genera el grupo de amigos o el grupo de personas que quieres conocer porque creen que escuchan lo bueno.  Las buenas canciones no responden a géneros en apogeo o en decadencia, de las buenas canciones muchas son escuchadas y cientos perecen en el olvido de una mente desgranada por el Alzheimer.  De lo bueno que el mundo escuchó yacen restos como monumentos, de lo que suena en la actualidad la mitad de receptores dicen que es basura y la otra mitad dice que los otros lo son. La buena música no está sólo en lo desconocido así como tampoco lo está en lo comercial, los buenos músicos no solo son ingleses los malos también lo son, la verdad de un ritmo yace en sus raíces así como en sus fusiones. La buena música nace sin fines de lucro pero no está exenta de generar ganancias, los músicos que detestan lo comercial olvidan que ningún sonido es no comercial, la buena música crece entre el odio de lo conocido y el miedo por conocer. La gente consume música y la tilda de buena o mala de acuerdo al parámetro que rige su vida en un momento determinado y si la música es vista así pierde su carácter de arte y se vuelve ciencia. Los fans aman a un sonido asociado a una figura mientras que los músicos quieren crear sonidos que se parezcan a ellos. El circuito de la música se mueve de acuerdo a demandas que son autoformadas: se piden a ellos mismos, y  cuando un fenómeno se les escapa es donde nace una nueva era, la nueva buena música es producto del subestimar.

 La buena música es calculada así como impredecible, los buenos oyentes no siempre escuchan buena música, así, la conducta del oír no tiene nada que ver con lo que se oye. Los seres prefabricados hacen música que se considera buena para cierto sector, esa palabra es fija: sector, entonces la buena música también se mueve entre sectores pero nunca se queda en uno solo. La música mala es solo otro nombre para lo poco ingenioso aunque la buena música nazca de repeticiones que tuvieron el privilegio de venir antes que alguien la repita. Al inverso el músico malo es aquel que no puede hacer nada nuevo con los sonidos que existen, la música que produce no es mala, como se dijo, no es innovadora nada más. La música que suene bien siendo una copia no es buena música solo es eso: la copia, aquel que llegue a estados únicos con lo repetido genera duda sobre su propio estado. La música tranquila no es sinónima de buena así como la catártica no simboliza poder absoluto dentro de lo musical. Los estándares para juzgar la música son inexistentes, lo que puede juzgarse como bueno sigue moviéndose en indicadores de ánimo y durabilidad. La vigencia, dentro de todas las bocas especialistas, es sinónimo de buena música aparentemente. La música que uno hace evoluciona con el tiempo y nunca al revés, la música que hace uno no puede empeorar, los músicos que aman sus primeras canciones solo reflejan su quietud no su retroceso. La buena música no crea buenos músicos solo buenos oyentes mientras que la música que no nos gusta nos brinda visiones sobre lo que no queremos ser. La buena música no es solo es bella también es sublime. Las buenas canciones no siempre generan buena música, la buena música genera un estado de ánimo completo, absoluto y autosuficiente, la música que no lo es simplemente se filtra por nuestros oídos. La buena música no siempre  depende de la voluntad que uno le otorgue para dejarla ser. 

La buena música no nos lleva a un estado inalterable, nos obliga a mantener el que llevamos en ese momento y es catalogada como buena porque crea. La buena música escapa de categorías y especulaciones es un arte más y único a la vez, sólo se mueve entre murmullos y huevadas que no la definen nunca como esto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario