lunes, 17 de octubre de 2011

¿Por qué fumas? (Penosa defensa de una costumbre)

Ni del que se abstiene ni del dependiente, hablemos del fumador promedio, el del puchito en el parque.

 Porque me he enfermado al escuchar, cuando ya fumaba, a los que no lo hacían. Me enfermaba porque al oír su preguntita ¿Por qué fumas?, sabía que aun dando la respuesta mas putamadrezca de la tierra, todo lo que les dijera sonaría a tontería, así harían notar la cara que uno pone cuando juzga como diciéndome: “de chiquito yo decía que no fumaría y adivina qué…no lo hago”.   Es cierto, no hay respuesta buena pero hay respuesta tonta y común: “porque me relaja”.  Para concha yo también preguntaba: “¿porqué fumas?” y me burlaba cuando me decían lo de la relajación pero cuando empecé a fumar también respondía que relajaba aunque al mismo tiempo escondía que me hacía temblar después de diez pitadas, que me quitaba el calor del cuerpo, que me enfriaba las manos, que me hacía antojar licor y que también me ponía triste. Entonces si tú no fumas me vas a preguntar ¿y por qué carajo lo haces? Y no diré nada, porque según la lógica a los vicios nada los justifica, porque el hecho de hacerlo me hace perder en ese campo moral que ciertos manejan muy bien. Pero si se está pensando que debe existir algo que escapa a mi incapacidad de responder, claro que algo hay: mi (el) fumar no tiene que ver con la relajación ni con el que no ha fumado nunca.

El fumar no te enamora por más que te invada con publicidad y campañas millonarias. La primera pitada que uno da es amarga, atora, hace toser, es de esas cosas que uno sabe que hacen daño al primer contacto, no es como el licor donde un poco puede actuar de inmediato, la primera pitada solo genera asco y nada más. Cómo justifique cada fumador su segundo jalón de tabaco no tendrá nada que ver con su rica textura y su fuerte sabor, la segunda pitada está ligada a la copia, revancha, aceptación, moda, ya que así nace, el fumar es hija de la monería. Aunque con el tiempo la hija de mona se hace querer ya que el fumar en soledad existe.

El comprar cigarrillos por unidad podría reflejar falta de solvencia pero nunca un vicio latente. Se dijo ya que nada tiene que ver el adicto aquí.  Los cigarrillos eventuales no se basan en la necesidad única de fumar, se vinculan con diversas situaciones que se aunarán mientras el cartucho se consume porque si hay algo más que reprochar en el hecho es que ciertas actividades se enlazan al cigarrillo hasta formar la costumbre. Reproche para algunos y necesidad verdadera para otros. Ahora también poner al cigarro sólo como excusa para hacer otros quehaceres sería menospreciar el afecto que el intoxicante se gana, porque hay un afecto latente para que el fumar en soledad se pueda justificar.

El ¿Por qué fumas? es solo el penoso relato de una pregunta sin respuesta satisfactoria, el fumar se va a juntar  más con determinadas situaciones que con los efectos que causa dentro de uno, si a alguien le fascina el sabor a humo y el olor en los dedos pues adivinaremos un final seguro. El placer de fumar un solo cigarrillo no va con los efectos de otro mundo que se experimenten, la costumbre de prender un pucho en la calle, en el cuarto, mientras llueve (nunca mientras solea), no radicará en su extremo afán de novedad. Con el tiempo el cigarro tanto como el fumar se vuelven aceptables al paladar, digeribles, nunca sabrosos, producen ciertos vaivenes que suelen combinar hermosamente cuando se habla con sinceridad, esas fantasmales hilachas que salen cuando hablas de un buen libro o escuchas un tema que debería poner en pausa al mundo, hacen que el placer de defender al cigarrillo exista, no es algo bueno ni malo lo que se defiende, se trata de salvaguardar al mejor complemento de la lluvia mientras uno está tras un cristal, al eterno pase del pucho entre los amigos sin sentir el asco de sus bocas, se defiende al que termina de enmarcar una historia que no era buena ni mala, solo poco aceptada socialmente por el hecho que el humo de mi cigarrillo aun se huele mientras la cuento.

No es de descripción fácil redactar justificaciones para el fumar, cualquier afán de argumentos tangibles y poderosos no existirá, la defensa no es mediática solo porque apela a mis recuerdos y necesidades de tener presente al humeante cilindro, así el hecho de prender un cigarrillo seguirá siendo símbolo de miedo para los niños y aunque se respete la actividad no habrá justificantes no  personales y subjetivos. Razones para fumar existen pero son tan singulares que no se pueden unir en una demanda de aceptación general. Es por eso que la causa del defender la razón del fumar está perdida pero al fin el fumador seguirá existiendo aun sin tener la respuesta al cada día más jodido ¿Por qué fumas?


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