domingo, 4 de diciembre de 2011

El solo

El solo musical es la oportunidad única e inacabable para utilizar la armonía de todas las ondas sonoras como un trampolín o un túnel. Ambas deben conducir a la emoción indicada que acreciente la sensación general y la convierta de una vez, bajo distintos colores, en una pieza cubierta de inmortalidad.

Los solos deben de significar cohesión más allá de virtuosismo. Un solo debe de tener la capacidad de agrupar el todo desde su unicidad y a la vez despojarse de este para brillar. Tiene que ser un ente que se alimente a si mismo y a los demás,  debe ser una especie de dios que abastezca al resto de instrumentos y a la vez hacerse notar de manera armónica y/o melódicamente.  Mientras se destaca debe de liberar a todo el conjunto sonoro, debe de repotenciar las energías y motivar a los músicos tanto como a los oyentes.

Al momento de su ejecución tiene que enlazar al público y cautivar dentro de un estilo ya determinado. La gente que sigue a una banda sabe qué esperar de un músico en especial. No es que lo obligue a sonar como siempre (aunque algunos ineptos esperan que el instrumento suene exactamente como en el disco) solo desean un par de notas encadenadas que desaten el fin definitivo de un pedazo de sus almas. Es fácil identificar un solo memorable de uno que acompaña para matizar un tono de voz o  esconder un virtuosismo pequeño. El acompañar o seguir no puede ir con la naturaleza de una parte incapturable.

Un buen ejecutante, lejos de la teoría y el estilo, entiende a su instrumento y a sus posibilidades con este.  Sabe muy bien que su ejecución es parte fundamental de su yo, de su esencia, la mezcla de sus demonios despiertos. Un solo realizado es una exposición plena del alma, el circuito final, el objetivo de la vida musical, de una carrera ganada al tiempo para lograr un instante donde se logra salir venciendo.

Crudamente, el solista es casi siempre el que mejor ejecuta en términos generales pero no solo por su aplicación es el elegido, también porque  en el proceso de mejora ha sabido encontrar(se) ahí, dentro de sí. El saber tocar va casi siempre acompañado de una exploración mayor aunque no siempre el mejor ejecutante tiene el mejor solo.

También tiene que ver el estado de ánimo o el objetivo final que se quiere alcanzar en una canción. Ya está dicho líneas arriba, que una ejecución brillante no es necesariamente la copia exacta de lo escuchado en el disco. El músico que innove podrá dominar sus ánimos para crear solos diversos, universos con la duración de un rayo,  con la misma emoción o tal vez más,  desgarrantes en una presentación.  


Es muy difícil tener una calidad relativamente equitativa en todas las presentaciones donde se toca un mismo tema, los chispazos de eternidad no escapan siempre pero cuando logran salir se estampan en todos los presentes, se quedan a habitar en un espacio que deja de ser un referente de mortalidad y de lo efímero.









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