miércoles, 28 de diciembre de 2011

Fin de año, floro nuevo (recetario de promesas y cábalas dudosas)

Acerca de la navidad nada puedo ni podré decir, no la siento como una época de cambio ni transición. Diferente es el año nuevo. Ahí si puedo pensar con calma, decirle chau a mis metas fallidas (todas) y darle la bienvenida a los nuevos proyectos. Así puedo emocionarme por los recientes planes y pasarme horas de horas imaginando qué nuevos pretextos pondré para no cumplir nada y pasar todo por alto el próximo 31 de diciembre.

Cierto va a ser que este 31 a las 11:50 me pondré algo tristón por las cosas que no llegué a hacer, por el alma de las uvas perdidas que entraron en mi boca buscando de alguna forma transformarse en esperanza y que no pasaron del 2 (a lo mucho el 3) de enero en mi cuerpo. En realidad no es que las metas sean difíciles de lograr, solo requieren de una complicidad mágica con azar y la ociosidad que pocas veces toca nuestras camas y nos jala las frazadas, pero no voy a negar que si algo no cumplí fue básicamente por causas que debí de solucionar antes de plantearme las nuevas metas. Es decir si me planteé tener más dinero el 2011 primero tuve que solucionar mi amor insano con los tragamonedas. Solución = plantear cosas chicas que deriven, sin querer queriendo, en algo agradable para uno.

Siguiendo la premisa de arriba no voy  volver a ponerme metas que impliquen una finalidad definida, nada de: “en marzo ya debo tener un millón y en abril el doble…” webadas, ahora será: “si me sale alguna entrevista de chamba sonreiré a la fuerza y no veré al evaluador como un idiota, dejaré las sonrisas malignas y le daré algo de respeto”, en resumen mi primera meta será: más hipocresía.

Dejaré de plantearme plazos que sean contranaturales y atenten contra mi integridad. Olvidarme de promesas como “desde el 2 me levantaré a las seis y hare dos horas de ejercicio” no, no, no. Puede ser:  “desde el 15 me levantaré antes de las 10  hasta fin de mes, si me va bien y no noto problemas mayores seguiré practicando ese mismo deporte”. Segunda meta: compromiso y amor al deporte.

Estúpido el pedir fuerza para estudiar con ganas ya que no hay otra forma de estudiar, mejor pedir suerte y huevos para por fin mandar todo al diablo y hacer lo que realmente apasiona. Tercera meta: Huevos, muuuuchos huevos.

 Puedo así prometerme paciencia a mi mismo y hacia mis costumbres, puntualidad con mis amigos, voluntad para el talento, ganas para hacer post más digeribles y más cosas a las que renunciar por ganar otras que tal vez no sean agradables del todo, al final, de todo lo que pensamos cambiar, más de la mitad son cosas fundamentales, así pues debe haber paradojas en los cambios. Elegiré cuales perder para las 11:55 tal vez.

 De esta forma puedo prometerme cosas relativas, que no me quiebren el corazón a fines del 2012, regalarme por atrasado autocomplacencia que me deje con vida las próximas festividades. Para cerrar, cierto es  que los planes reales los hice sobre la marcha, lo no meditado, el jammin que quería disfrutar. Claro está ver panoramas pero darles un solo camino de llegada también suena medieval. Palabras de un improvisado. Ojalá y no se tome enserio nada aunque las cosas que más amé obtener jamás me las planteé como un reto al final de algún año. Felices 2012. Extraña la idea de escribir para casi nadie. Si por ahí te toco  dale nomás.

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