viernes, 16 de diciembre de 2011

Quéjate y verás... (Post para evitar la fatiga)

“Y ustedes cobran lo que les da la gana solo porque la gente de mierda no se queja…” Así encaró el tío cincuentón al cobrador por los 20 céntimos de más en el pasaje. A mi también me jode que hayan subido el pasaje. Para los escolares es jodido también pero, ¡gran sorpresa!, A los universitarios nos dejaron con la china milagrosa (aunque yo pagó completo por no sacarme la foto del carnet a tiempo), tal vez porque tienen miedo a las movilizaciones  que terminarían con unidades incendiadas.

Pero el asunto no se trata del alza del pasaje, del petróleo en ascenso, del PBI o algo  económico. A mi lo me jode es que el tío cincuentón me agrupara en “la gente de mierda que no se queja…”, aunque valgan verdades es cierto pero igual me jode.

Más allá del asunto de valentía o del espíritu de lucha que debe existir para defender nuestros derechos, existe la otra cara del pasivo que prevee. Si yo piteo y me quejo con el cobrador por los 20  céntimos, (como el tío cincuentón hizo  y terminó con mentada de madre del chofer y pasándose varias cuadras por pura maldad choferil), terminaría mal muy mal. En conjunto entre el que cobra y el que maneja, me harían mierda. El cobrador con dos de mis mejores mentadas ya estaría generando insultos de otro calibre, huevadas bizarras que no entendería al instante. Sumado a esto está el clásico “bájate si quieres” del chofer que te habla desde el espejo retrovisor como quién dice “no puedo voltear para cagarte así que por el espejito nomás”. Para pelear con estos tipos hay que tener una labia igual o más afilada, tener ganas de gritar y armar lío y sobre todo que te gusten las derrotas porque al final así te hayas batido con tu gran arsenal de mentadas y amenazas, vas a terminar pagando los 20 céntimos, porque si no te llevan cuadras y cuadras o te bajan a medio camino para subirte a otra unidad y que el mismo show empiece.

El punto no trata de hacer quedar a los tipos que no nos quejamos como cobardes, aunque creo que arriba así parece. Hay una diferencia entre la queja individual y la grupal donde afloramos como matones y a veces (muy contadas) salimos ganando pero en estos casos, donde el timo nos agarra solos, estamos muchas veces jodidos en nuestra soledad. Quizá está también el saber que no se debe armar líos con los tipos equivocados (¿más cobardía?). El caso narrado es un ejemplo, no debo darme de boca a boca con el churre del carro porque igual terminaré pagando para poder bajar, no puedo reclamarle al tío que me vendió el cel en Atahualpa porque pierdo el dinero, el cel, las llaves, el mp3, etc, no debo reclamarle al hortelero hijo de puta que me encausa un caramelo a una luca cuando estoy con mi enamorada en el parque porque algo grave nos puede pasar, no puedo reclamar al que me vendió caballo por res en el mercado porque sería como hablar con el cobrador y peor aun porque este último tiene machete filudito filudito.

Me explicaban que el asunto de reclamar es decirlo todo aunque no consigas que te hagan caso, aunque no te cambien el producto o te devuelvan el dinero. La cuestión era que los desgracias sepan “que no nos pueden agarrar de idiotas”,  algo tal vez cierto o tal vez no, porque para el yin de los que no reclamamos está el yang de los que reclaman todo, los tíos que quieren la pendejada, los que joden a la gente que presta un servicio adecuado, esos que piden doble vaso de jugo de piña por un sol, los que quieren 2 x 1 hasta cuando compran una tele, los opuestos eternos que hacen que la gente que antes brindaba algo justo ahora sean los malandros con el “y que querías por ese precio..” en la boca.

En vez de quejarme (por el carácter y evitarme una renegada fatal) prefiero el no volver nunca más al lugar, así también le hago mala fama con los que hablo porque servicios donde reclamar existen en todos lados: un restaurante, un vendedor, una tienda, un servicio higiénico (donde cobran 50 céntimos por una meadita, qué robo), una tienda de ropa, un puesto de mercado, una vidriería etc.

Tal vez espero el día en que me vuelva asesino y empiece con mi lista de lugares y personas, tal vez espero ese milagroso día mientras posteo todo como un quejón anónimo más. No encuentro con esto una satisfacción pero tampoco la encuentro con agarrarme a gritos, prefiero no joderme el día con la voz de eunuco de un puber cobrador que me pide los putos 20 céntimos demás.

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