lunes, 27 de agosto de 2012

Reservaciones (Anuncio voluntario)


Hay una reserva, una simple parte reservada, donde se puede ser todo en conjunto, donde todo ocurre de distinta manera, con distintos resultados  y diferentes modos de tiempo. En ese lugar, se dibujan los sueños y se come el amor, se disfruta en su parte blanda y se permanece de pie mientras se termina. La visita no es muy cara pero a la vez nunca es eterna, los periodos de estancia varían de acuerdo al precio pagado, las ventajas y las comodidades nacen de la intención misma, de la locura y la inteligencia poco común, no basta con ser un loco desenfrenado, se requiere de aptitud para conservarse, para no dejarse envolver por el paraíso, para bajar de vez en vez, para respirar lo que todos respiran y  experimentar algo de dolor en los barrios bajos del común de la gente. Tal vez ese sea el verdadero precio. Una vez experimentado, adolorido y desesperado uno tiene derecho a volver  y disfruta de ese pedazo extraterrenal, lo absorbe, lo direcciona, lo comparte como las fotos o los cuentos. Vive y baja, sube y vuelve a retroceder, las habitaciones nunca se agotan, te esperan con tus cosas en la puerta y crecen por última vez contigo antes de la muerte. Esto no es el cielo, no, esto es muy humano, especial, esto vive dentro de los pocos y somos escasos los que logramos abrir las puertas de escape y regreso. 

Yo puedo hacer que vayas, no como una promesa de amor y eternidad, no, yo puedo hacer que conozcas la felicidad pero a la vez seré el mismo que te baje de ella cuando no decidas regresar por tu cuenta. Seré feliz la primera vez que atravieses gracias a mí y te regalaré una promesa de retorno cuando nos despidamos. Hasta entonces, la magia como ente tangible  estará dentro y ahí se quedará, eso es definitivo.

lunes, 20 de agosto de 2012

Todos vuelve...(Confesión cachacienta para la ciudad)


Cuando el estallido de luces cesó,  yo seguía en la banca del parque reconciliándome con todo aquello que me había visto por tanto tiempo y que en su inofensiva naturaleza inerte había jurado ser como una cama inmensa, insegura y llena de posibilidad. Toda esa ciudad incontrolable me había esperado y hoy, por fin, luego de mucho verme, me regalaba su frío y su vago confort.

Yo regreso de donde estuve porque fui derrotado. No volví a los brazos de sus calles por piedad y nostalgia, por gratitud o anhelo, si estaba hoy observando las estelas reventar, si me quedé viendo al guardián y fumando con aire prestado, fue por la necesidad fundamental de reconocerme como un desgraciado que vuelve sin pedir permiso, que vuelve porque quiere algo del pasado, porque reclama su sitio mohoso sin disculparse, y ahí con su frío de mierda me dejó tranquilo, evitó la venganza de lanzarme sus hortelas y se rió viéndome regresar a  pie.

No le he prometido nada a esta ciudad reducida, no le juré lealtad ni compromiso, me senté en sus tremendas rodillas y le dije “dame”. Luego regresé y aquí me mando con todo esto. Le debo mucho pero no se lo diré, le pagaré el aprecio con desinteresada subjetividad, con líneas que no entiende en su condición de incontrastable.  La querré en el silencio y miedo de la madrugada, la usaré en su plenitud y la mancharé para limpiarla más tarde con un nombre posiblemente mío.  Y luego, cuando todo esté en calma y la vuelva a traicionar, ella regresará a su inexistencia, a su putamadrezca quietud, ahí  le diré que soy su hijo para volverla a abandonar hasta que lleguen mis restos.

lunes, 6 de agosto de 2012

Los aros diarios (Paralelo entre un olímpico y un común)


“Y en los aros el oro es para Arthur Nabarrete”. Arthur es brasileño y según la tele el logro es histórico para su país. Arthur sonríe y se abraza al que debe ser su entrenador, las imágenes deben de ser diferidas porque de inmediato vamos al podio. Lo aplauden, sonríe, se ve emocionado mientras un chatín del comité le cuelga la medalla de manera pausada. El hombre se alza por encima de sus lados, quien sabe si con humildad o encaletada soberbia, da igual, es el mejor del mundo, quiere seguir sonriendo.

Arthur tiene veintidós y  cuelga una medalla dorada de su pecho. Claro que hay otros de menor y mayor edad que ya posan de sus esbeltos cuellos largas medallas. Aplauden en el coliseo, muchos de sus compatriotas saltan con este logro de hace apenas unas horas y los desconocidos ovacionan su actuación y se contagian del ruido general. Los que en casa lo vemos alegre no evitamos compararnos. Luego de vernos vencidos, recordamos lo que hicimos o lo que haremos, demonios, ¿a quién le gané?

Arthur para muchos, seguramente, es un privilegiado, alguien que supo explotar sus habilidades y tuvo el apoyo. Muchos se conforman con esa idea. Otros, luego de poner el parche al brasileño, examinan sus logros y luego de no encontrar nada comparable con un oro, se prometen algo de manera muy callada, cierran el puño y buscan un  mérito parecido en sus vidas personales. Casi nadie lo logrará.

El némesis de Arthur era el chino Chen Yibing actual campeón. Seguramente para el brasileño ver al asiático en su esplendor  era una tortura mezclada con miedo en la panza baja. Quién sabe si fue mejor para Arthur ver que Chen se presentara antes que él: más nervios o más motivación. Ahora, a muchos nos falta un Chen en el día a día. Un Chen no es el vecino que te jode con su música o con sus perros que aúllan de hambre, un Chen es alguien que te recuerda diariamente que siempre hay alguien mejor y lejos del odio provocado debe de trabajar como impulsor de capacidades para algún día callarle la boca en el momento más oportuno.

El actual campeón ahora ya debe estar imaginando cómo lo recibirán en su país, tal vez con una alegría desmesurada que saldrá de los suyos apenas lo vean, una sensación que debe de ser muy distinta al día de pago común de los no olímpicos. Esa medalla le aseguro el futuro y no solo el mes. En este punto cada quién verá en un pensamiento qué forma tiene su oro y, si la emoción dura, tratará de experimentar algún día, probablemente inexistente, lo que Arthur Nabarrete siente hoy.


miércoles, 1 de agosto de 2012

De gracia, de risa y demás (Insípido comentario sobre la risa)


Una buena risa es proporcional a la calidad de la broma, al estilo con que se cuentan los detalles exactos de una relación siempre ligada a un doble sentido poco perceptible. Luego siempre te ríes. 

Un golpe es gracioso de acuerdo a la zona de impacto. Si el golpe es real causa gran asombro antes que risa, si el golpe es fingido causa una gracia discreta en relación al que ha creído que es verdad. Un golpe es devastadoramente gracioso en proporción a su espontaneidad y al lugar golpeado aunque suele variar de acuerdo al sadismo y la amistad que se tenga con el herido. Un resbalón entre amigos es distinto que caer en plena plaza. La vergüenza ajena es graciosa para ciertos y muy graciosa para los demás. Un resbalón bochornoso de mujer es más risible para las mujeres mientras que uno de hombre es gracioso para todos.

Las risas recurrentes son indicadores de haber encontrado nuestro entorno ideal. La alegría de una broma está ligada al entendimiento de un lenguaje peculiar, a las claves sonoras que siempre están en extremos muy inteligentes o muy estúpidos. Ahora,las bromas intermedias deben de generar sonrisas y no risas intermedias porque nada llega más al huevo que se rían de tus cosas por compromiso. Una broma no siempre debe apelar a la carcajada, a veces se apunta al sarcasmo solapado, a la ofensa de otro nivel. En este punto se alaba el ingenio usado y no la risa socarrona.

La broma abierta nunca dejará satisfechos a todos mientras que el doble sentido encaletado tiene que satisfacer completamente a los entendidos. Toda confusión de lo gracioso es percibido como de mal gusto aunque las llamadas bromas de mal gusto son solamente bromas soltadas en un mal lugar. De ahí que la risa se divida por estratos sociales, políticos, religiosos y sean de los placeres que más prejuicios tienen en general.

Los imbéciles que convierten un chiste en una anécdota jamás se compararán a los iluminados que convierte irremediablemente toda anécdota en un gran chiste. Pero no todo lo que cause gracia tiene que contarse como historia, incluso las carcajadas salen de simples acotaciones en mitad de una conversación o nacen de una suposición o símil, a veces se crean de comparaciones inteligentes o demasiado tontas y  vagan por años incluso como simples juegos de palabras que terminan en boca de los niños que suelen reírse de todo.

La gracia es un instante, pasa una vez y su repetición solo es su desgaste. La risa está condenada  a ser nueva eternamente pero tiene la suerte de ser omnipresente, de gozar de eternidad, de ser tan infinita como el tiempo mismo.