lunes, 27 de agosto de 2012

Reservaciones (Anuncio voluntario)


Hay una reserva, una simple parte reservada, donde se puede ser todo en conjunto, donde todo ocurre de distinta manera, con distintos resultados  y diferentes modos de tiempo. En ese lugar, se dibujan los sueños y se come el amor, se disfruta en su parte blanda y se permanece de pie mientras se termina. La visita no es muy cara pero a la vez nunca es eterna, los periodos de estancia varían de acuerdo al precio pagado, las ventajas y las comodidades nacen de la intención misma, de la locura y la inteligencia poco común, no basta con ser un loco desenfrenado, se requiere de aptitud para conservarse, para no dejarse envolver por el paraíso, para bajar de vez en vez, para respirar lo que todos respiran y  experimentar algo de dolor en los barrios bajos del común de la gente. Tal vez ese sea el verdadero precio. Una vez experimentado, adolorido y desesperado uno tiene derecho a volver  y disfruta de ese pedazo extraterrenal, lo absorbe, lo direcciona, lo comparte como las fotos o los cuentos. Vive y baja, sube y vuelve a retroceder, las habitaciones nunca se agotan, te esperan con tus cosas en la puerta y crecen por última vez contigo antes de la muerte. Esto no es el cielo, no, esto es muy humano, especial, esto vive dentro de los pocos y somos escasos los que logramos abrir las puertas de escape y regreso. 

Yo puedo hacer que vayas, no como una promesa de amor y eternidad, no, yo puedo hacer que conozcas la felicidad pero a la vez seré el mismo que te baje de ella cuando no decidas regresar por tu cuenta. Seré feliz la primera vez que atravieses gracias a mí y te regalaré una promesa de retorno cuando nos despidamos. Hasta entonces, la magia como ente tangible  estará dentro y ahí se quedará, eso es definitivo.

lunes, 20 de agosto de 2012

Todos vuelve...(Confesión cachacienta para la ciudad)


Cuando el estallido de luces cesó,  yo seguía en la banca del parque reconciliándome con todo aquello que me había visto por tanto tiempo y que en su inofensiva naturaleza inerte había jurado ser como una cama inmensa, insegura y llena de posibilidad. Toda esa ciudad incontrolable me había esperado y hoy, por fin, luego de mucho verme, me regalaba su frío y su vago confort.

Yo regreso de donde estuve porque fui derrotado. No volví a los brazos de sus calles por piedad y nostalgia, por gratitud o anhelo, si estaba hoy observando las estelas reventar, si me quedé viendo al guardián y fumando con aire prestado, fue por la necesidad fundamental de reconocerme como un desgraciado que vuelve sin pedir permiso, que vuelve porque quiere algo del pasado, porque reclama su sitio mohoso sin disculparse, y ahí con su frío de mierda me dejó tranquilo, evitó la venganza de lanzarme sus hortelas y se rió viéndome regresar a  pie.

No le he prometido nada a esta ciudad reducida, no le juré lealtad ni compromiso, me senté en sus tremendas rodillas y le dije “dame”. Luego regresé y aquí me mando con todo esto. Le debo mucho pero no se lo diré, le pagaré el aprecio con desinteresada subjetividad, con líneas que no entiende en su condición de incontrastable.  La querré en el silencio y miedo de la madrugada, la usaré en su plenitud y la mancharé para limpiarla más tarde con un nombre posiblemente mío.  Y luego, cuando todo esté en calma y la vuelva a traicionar, ella regresará a su inexistencia, a su putamadrezca quietud, ahí  le diré que soy su hijo para volverla a abandonar hasta que lleguen mis restos.

lunes, 6 de agosto de 2012

Los aros diarios (Paralelo entre un olímpico y un común)


“Y en los aros el oro es para Arthur Nabarrete”. Arthur es brasileño y según la tele el logro es histórico para su país. Arthur sonríe y se abraza al que debe ser su entrenador, las imágenes deben de ser diferidas porque de inmediato vamos al podio. Lo aplauden, sonríe, se ve emocionado mientras un chatín del comité le cuelga la medalla de manera pausada. El hombre se alza por encima de sus lados, quien sabe si con humildad o encaletada soberbia, da igual, es el mejor del mundo, quiere seguir sonriendo.

Arthur tiene veintidós y  cuelga una medalla dorada de su pecho. Claro que hay otros de menor y mayor edad que ya posan de sus esbeltos cuellos largas medallas. Aplauden en el coliseo, muchos de sus compatriotas saltan con este logro de hace apenas unas horas y los desconocidos ovacionan su actuación y se contagian del ruido general. Los que en casa lo vemos alegre no evitamos compararnos. Luego de vernos vencidos, recordamos lo que hicimos o lo que haremos, demonios, ¿a quién le gané?

Arthur para muchos, seguramente, es un privilegiado, alguien que supo explotar sus habilidades y tuvo el apoyo. Muchos se conforman con esa idea. Otros, luego de poner el parche al brasileño, examinan sus logros y luego de no encontrar nada comparable con un oro, se prometen algo de manera muy callada, cierran el puño y buscan un  mérito parecido en sus vidas personales. Casi nadie lo logrará.

El némesis de Arthur era el chino Chen Yibing actual campeón. Seguramente para el brasileño ver al asiático en su esplendor  era una tortura mezclada con miedo en la panza baja. Quién sabe si fue mejor para Arthur ver que Chen se presentara antes que él: más nervios o más motivación. Ahora, a muchos nos falta un Chen en el día a día. Un Chen no es el vecino que te jode con su música o con sus perros que aúllan de hambre, un Chen es alguien que te recuerda diariamente que siempre hay alguien mejor y lejos del odio provocado debe de trabajar como impulsor de capacidades para algún día callarle la boca en el momento más oportuno.

El actual campeón ahora ya debe estar imaginando cómo lo recibirán en su país, tal vez con una alegría desmesurada que saldrá de los suyos apenas lo vean, una sensación que debe de ser muy distinta al día de pago común de los no olímpicos. Esa medalla le aseguro el futuro y no solo el mes. En este punto cada quién verá en un pensamiento qué forma tiene su oro y, si la emoción dura, tratará de experimentar algún día, probablemente inexistente, lo que Arthur Nabarrete siente hoy.


miércoles, 1 de agosto de 2012

De gracia, de risa y demás (Insípido comentario sobre la risa)


Una buena risa es proporcional a la calidad de la broma, al estilo con que se cuentan los detalles exactos de una relación siempre ligada a un doble sentido poco perceptible. Luego siempre te ríes. 

Un golpe es gracioso de acuerdo a la zona de impacto. Si el golpe es real causa gran asombro antes que risa, si el golpe es fingido causa una gracia discreta en relación al que ha creído que es verdad. Un golpe es devastadoramente gracioso en proporción a su espontaneidad y al lugar golpeado aunque suele variar de acuerdo al sadismo y la amistad que se tenga con el herido. Un resbalón entre amigos es distinto que caer en plena plaza. La vergüenza ajena es graciosa para ciertos y muy graciosa para los demás. Un resbalón bochornoso de mujer es más risible para las mujeres mientras que uno de hombre es gracioso para todos.

Las risas recurrentes son indicadores de haber encontrado nuestro entorno ideal. La alegría de una broma está ligada al entendimiento de un lenguaje peculiar, a las claves sonoras que siempre están en extremos muy inteligentes o muy estúpidos. Ahora,las bromas intermedias deben de generar sonrisas y no risas intermedias porque nada llega más al huevo que se rían de tus cosas por compromiso. Una broma no siempre debe apelar a la carcajada, a veces se apunta al sarcasmo solapado, a la ofensa de otro nivel. En este punto se alaba el ingenio usado y no la risa socarrona.

La broma abierta nunca dejará satisfechos a todos mientras que el doble sentido encaletado tiene que satisfacer completamente a los entendidos. Toda confusión de lo gracioso es percibido como de mal gusto aunque las llamadas bromas de mal gusto son solamente bromas soltadas en un mal lugar. De ahí que la risa se divida por estratos sociales, políticos, religiosos y sean de los placeres que más prejuicios tienen en general.

Los imbéciles que convierten un chiste en una anécdota jamás se compararán a los iluminados que convierte irremediablemente toda anécdota en un gran chiste. Pero no todo lo que cause gracia tiene que contarse como historia, incluso las carcajadas salen de simples acotaciones en mitad de una conversación o nacen de una suposición o símil, a veces se crean de comparaciones inteligentes o demasiado tontas y  vagan por años incluso como simples juegos de palabras que terminan en boca de los niños que suelen reírse de todo.

La gracia es un instante, pasa una vez y su repetición solo es su desgaste. La risa está condenada  a ser nueva eternamente pero tiene la suerte de ser omnipresente, de gozar de eternidad, de ser tan infinita como el tiempo mismo.

lunes, 23 de julio de 2012

"Yo me prometí" (Breve notita mental)


Y en un momento indefinido, entre el almuerzo y la cena, uno va a recordar con cierta sorpresa  y algo de nostalgia que había prometido algo, que tenía un pendiente escondido entre los días, amontonado entre cientos de horas y que hoy se dejaba ver conmoviendo al cuerpo.

“Yo me prometí…”, lejos del ente poético, cientos de planes muy realizables que tenían una duración aparentemente permanente. Ahora no recuerdo haberme jurado un trabajo, pedirme de forma insistente que tuviera una pila de cosas empolvadas o que a los veinticinco tendría un auto, una casa, un perro pastor o huellas de campus aun entre las zapatillas que no abandono.

Luego vino el olvido, la pereza y la sustitución, los desbordes y encuentros existenciales que perdieron mucho lo intangible para centrarse en vitrinas de tiendas y olores de comida que como trampas hicieron que hoy recuerde lo que no debía de haber olvidado.

Hoy volví, no sé si completo o en partes que seguirán olvidando. Me recordé de mucho donde casi todo era yo mismo y pienso quedarme por un tiempo no definido, pasearme por el dominio mientras algunas clepsidras dan la vuelta para terminar de contar las horas que duraré.

Yo me prometí esto, que nuevamente vuelve a cero, que hoy nace de la nada misma de olvidar lo ausente.

sábado, 21 de julio de 2012

El primero de la noche (corto cuento que contar)


Él quiso hablarle dentro de ese bar y se planteó horarios para poder tener más eficacia. Era algo muy ambiguo plantearse la meta de tres horas, debía de poder hacerlo antes de las dos de la mañana, cuando no estuviera tan sobria pero lo suficientemente lúcida para sonreírle, por lo menos, mientras se acercaba dubitativo hacia su grupo. La hora se cumplió, el ebrio era él y ella parecía tan intacta a lo lejos y aunque contó mentalmente las cinco copas de diferentes componentes durante la noche, no parecía muy alegre ni muy triste, estaba tan inmaculada como había entrado, ni despeinada ni inquieta, sin la pizca de coquetería con la que contaba para el acercamiento. Reteniendo el miedo entre las entrepiernas y con ganas de mear se acercó muy temeroso, con el corazón atrapado en un zumbido de roedor que muy dentro de sí era placentero para su minúsculo ego.

-Eres linda ¿sabes?

Fue todo el cortejo. Mientras ella se alejaba con su grupo de amigas, destrozado volvió a la barra y pidió otra copa, lo atendieron rápidamente. Dos horas después y con cinco copas huérfanas de líquido salió y en la puerta se topó con ella pero esta vez más beoda. Estaba sola con la cabeza semi agachada y con notorios síntomas de desahogo intestinal. Él quiso pasar por su lado sin ver. Ella habló cuando ya estaba con el primer pie sobre la grada nácar.

-Oye ¿te parezco linda verdad?-

Y aunque por dentro solo quería escapar…

-Claro, incluso viendo tan poco en este estado puedo saber lo linda que eres.-

Volvieron, se sentaron en la barra nuevamente y charlaron un poco antes de empezar con los besos que aumentaban con el rigor de la necesidad y de las respuestas ilógicas. Ambos salieron  y antes de tomar el taxi al hotel vieron  el pequeño haz dibujarse entre las sombras y el naranja de los postes, la línea multicolor que baña la niebla elevada antes de que salga el sol. Como vampiros entraron en el primer auto sin saber si le tenían más miedo al día o al término de la noche. Ya en la habitación todo alcanzó el primer polvo que determinaba el éxito sin importar la felicidad o el estallido interno. Inmediatamente luego del acto se desparramaron uno con el otro, cobijándose en el calor paria, en el sudor cómplice del momento. Se habían rendido luego de lograr la victoria o algo parecido al confort de la cama caliente. Contra toda lógica, ella despertó sola.




viernes, 8 de junio de 2012

Un día...


"…Un día elegiste una fecha al azar y al no verme en ella supe que yo no era toda tu vida, ni tu espacio, ni tu tiempo. Me propuse entonces, con la seguridad que daba tu confianza, colarme de cierta manera en tu memoria, aparecer de forma intrépida, en todo lo que recordarás. Por eso luego de un tiempo, logre pedirte que escogieras tres fechas al azar y por lo menos en dos de ellas ya me había logrado infiltrar. Estabas tan extraña y me preguntaste como era posible que estuviera en partes donde todavía no nos conocíamos. Te dije que, tardara lo que me tardara, me colaría en todo lo que puedas recordar. Así me aseguré de ser tu pasado, presente y futuro, de estar en toda tu vida, en cada espacio en que andarás y en todo el tiempo que pudieras recordar.  Me esforcé tanto en ir y volver, en insertarme en cada imagen tuya, en mezclarme con la gente que habitaba en toda tu memoria y aprendí a moverme entre tus recuerdos más felices y más tristes. Así un día pude decir que lloré contigo cuando te caíste de la bicicleta, que estuve el día en que te mudaste de casa, contarte que me reí mucho al ver como eras en el colegio, saber de tus horarios, tus antiguos amores, conocer a tus amigos y amigas lejanos, me quedé una buena temporada en tu mente y cuando por fin regresé para abrir tus memorias juntos y reírme como siempre, estabas muy extraña. Luego de un rato supe que era yo intoxicante, que me había esparcido como un veneno que teñía todo de un color extraño, que ahora verme era muy hostigante, inaguantable como una película mal hecha repitiéndose eternamente sin permiso.
No pasó mucho, me volví a tu cabeza, me estoy quedando ahí pero ya no hago que me veas. Estaré muy ocupado quitándome de donde no debía de estar. Tomará algo de tiempo pero solucionaré todo, lo prometo. Una vez termine con eso, me quedaré en una parte tuya donde ya nunca busques, una que olvides dentro de poco, para que seas la de siempre."

lunes, 4 de junio de 2012

"Ser o no ser...un león" (Post para saber que tan animal se es realmente)



El tipo de la tele le preguntaba a uno de sus invitados: Si tuvieras que elegir uno ¿Con qué animal te identificarías?  Luego todo fue alegremente perturbador.

Tal vez dijo con un halcón, un jaguar o un tierno cachorrito. En realidad yo tenía ya la sonrisa plena antes de escuchar la respuesta. Así que apenas el invitado rompió su silencio,  justo en el instante en que  iba a salir la respuesta de su maquillada boca, solté la carcajada feroz desde el cuarto piso en la cocina sin siquiera percatarme de su respuesta.  Sonora y brutal, la risa movió, con una sacudida de torso, desde el respaldar de mi silla hasta, tal vez, algún cimiento de la buena casa. 

Daba igual con qué animal se comparara, yo sabía que, dijera lo que dijera, sería tan predecible y exagerado como es costumbre en tanta alegre gente de la tele. Leones, águilas, caimanes, panteras, búhos, picaflores, peces espada, otorongos, tigres y demás. La mayoría representaba su momento justo de vida con el triunfo,  y comparaba dentro y fuera de sí,  su excelente momento con el aletear de un cóndor majestuoso entre las cordilleras, porque solo  haciendo una referencia de tal magnitud, podrían hacer saber al público televidente como se sentían  tanto en cámaras como fuera de ellas.

Dejando ya la tele de lado y a sus graciosos abanderados, ese hábito de comparar ciertas características nuestras con formas animales, ese zoomorfismo que tanto nos gusta, que exalta tus destrezas  y  a la vez maximiza tus defectos, sirve también para ver cuan animales somos.

Por dar datos genéricos,  los felinos son los más salen rentables en el catálogo. Comparaciones con leones, tigres, pumas, jaguares y demás mininos. Por su agilidad dicen unos, por que son sigilosos y la vez muy “bonitos” suelen repetir mientras en los ojos se les forma una convicción tan parecida al animal elegido que no es de extrañarse que maúlle esa noche entre zapatos viejos lanzados de las azoteas.  Pero yendo al otro extremo, un borracho vividor solía decir que se sentía como un león y tenía completa razón ya que los buenos reyes de la selva solo cazan cuando no hay otro remedio y cuando  la leona ya no puede mantenerlos, aparte está el hecho de matar a sus propios cachorros machos para conservar el mando en la manada. Claro, este amigo golpeaba a sus hijos para compensar justamente eso que los felinos con gran melena tienen que hacer.

Los que se creen cóndores  nunca dicen abiertamente que sin ser carroñeros no vivirían y para esto mejor les va mejor ser un gallinazo de basural. La gente que ama a los lobos piensa más en su pelaje y su manera solitaria de vida ignorando tal vez  que son oportunistas natos y buscan la presa fácil y vulnerable. Los buenos hombres que dicen ser tigres sin saber que se comen a sus hijos si la hembra no los defiende. Del otro lado la gente que compara a un gordito con un elefante ignora que la lengua de una ballena pesa tanto como uno. Gente que dice ser como peces libres y felices aunque olviden que tienen solo tres segundos de memoria.

Siendo esta tal vez una lección de zoología, no es el hecho de conocer conductas animales para hablar de ellos pero hay que saber algo especial de alguien para poder compararse más allá de su primera impresión. Las similitudes no van a detenerse y creeremos siempre que los gatos son tiernos y que los perros los mejores amigos del hombre, diciendo que todas las aves son símbolo de libertad y cosas por el estilo que marquen nuestra forma muy individual de presentarnos con los demás pero el día en que escuchemos a un muñeco de la tele decir que quiere ser un delfín no por su amabilidad y bonita cola sino porque estos seres nunca duermen alternando partes de su cerebro para siempre estar despiertos, sabremos que nos acercamos a nuevas épocas.

 El ejercicio de compararnos debe de ser eso, un ejercicio regular, una búsqueda de similitud en otras áreas aun sabiendo que, si algún animal se comparara con otro, nunca elegiría al humano por  conocernos como eternos ignorantes en su gran mayoría y por demás cosas por las que nos deben de estar odiando en este preciso momento.

lunes, 28 de mayo de 2012

Entrevista a un emprendedor (Sabroso interrogatorio idealista)


(Imagen referencial)
 Ganador del premio TuBuenaEmpresa 2011 y dueño de portadas en revistas como “Empedernido Emprendedor”, tuvimos la suerte de entrevistar a Víctor Mollendo en su paso por la ciudad. Sin más detalles de su vida nos aventuramos a indagar sobre su éxito y sus planes a futuro.

Entrevistador: ¿En qué punto exacto de su vida cree que nació este amor por los negocios?
Víctor Mollendo: En realidad uno de pequeño nunca dice que quiere ser empresario, soñamos con ser bomberos o policías. De pequeño siempre fui muy hábil e ingenioso, vendía mi refrigerio para comprar trompos y me las ingeniaba para que no me descubrieran.

E: Pero ¿En qué momento usted empieza con este maravilloso sueño suyo hecho realidad?
VM: Fue cuando vine a estudiar mecánica. En un momento no supe como pagar las mensualidades del instituto y me tuve que ingeniar para sobrevivir. Empecé vendiendo café y sándwiches de pollo. Como no tenía dinero y no nos dejaban vender cosas dentro del local, me prestaba plata y hacía la comida en la mañana, luego le pagaba a un vecino para que viniera a la salida  y yo llevaba a mis amigos para que le compren. Al principio fue así, luego la gente venía solita. Llegaba a vender setenta panes con sus respectivos cafés en una noche.

E: ¿Nunca supieron que el negocio era suyo?
VM: Si claro, pero tiempo después. Les dije a mis amigos que el chico al que le compraban trabajaba para mí. No me creyeron hasta que los llevé un día a mi cuarto de estudiante y les mostré como hacía todo. Luego quisieron entrar al negocio.
E: ¿Y usted aceptó?
VM: Al principio les dije que no quería asociarme porque al final la carrera era más importante, pero luego tuve la visión de negocio y llamé a solo dos de mis amigos, los que podrían ser mejores para el negocio…
E: O sea los que tenían capital.
VM: (Risas) Si también por eso. Empezamos contratando más gente y poniendo más puestos en colegios y otros institutos. Fue difícil aprender que cosa se vendía mejor en cada lugar pero con el tiempo lo logramos.
E: ¿Jamás sufrió de engaños y traiciones por parte de sus socios o empleados?
VM: Tal vez fue lo que más me pasó. Primero mi vecino, mi vendedor estrella, se alió con la competencia e hizo quedar mal a nuestros productos, mezclaba cosas y nos dio una mala imagen. Me costó dudar de él pero luego de verlo yo mismo supe que no me podía confiar de nadie. Los amigos también en algún momento quisieron salirse, yo sabía que querían ganar  plata solitos, copiándome, así que los dejé ir pero nunca les fue tan bien como conmigo.
  
E: ¿Cuánto ha crecido su negocio desde esas épocas?, ¿Nunca se dedicó a la mecánica?
VM: Ahora ya tenemos siete locales con servicio delivery, trabajamos con más de setenta empleados y hace unas semanas abrimos nuestros dos locales en el interior del país. Tenemos perspectivas de abrir una sucursal en Miami donde hay mucho peruano. Ahora con respecto a la mecánica no la terminé porque sabía que esto (el negocio) tenía futuro, no me enorgullezco de esa decisión pero si hubiese seguido tal vez nada de lo que ve sería real.
E: Y en el amor ¿Nunca se casó?
VM: Sí, una vez pero luego me enteré que fue por interés. Ya sabe que dicen de los que tienen éxito en los negocios. Hijos no tuve porque no me gustan los niños (sonríe).
E: Y con todo ese éxito ¿Qué beneficios  a conseguido para su comunidad?
VM: Bueno, alimentamos con carne de primera a las personas de esta ciudad, muy aparte soy un cristiano devoto y se que nada de esto sería posible sin la ayuda de Dios, hace poco donamos una cruz nueva para la parroquia de San Cleodoro. También damos trabajo a jóvenes trabajadores que quieran empezar una historia como la mía.

E: ¿Siente usted que es un ejemplo a seguir?
VM: No me siento un ejemplo, soy tan humano como cualquiera y me equivoco como tal pero también tengo cualidades que sé que contagio a los que trabajan conmigo.
E: ¿Es usted feliz?
VM: Claro, ver que todo esto empezó de cero y hoy somos una gran familia me da mucha alegría.
E: Si ya es feliz ¿Por qué seguir creciendo? Es decir ¿Por qué buscar la internacionalización? Usted no tiene familia, su futuro está asegurado de por vida.
VM: Porque el conformismo no va conmigo, si siento que puedo seguir adelante porqué no hacerlo. Si siento que esto puede dejar una huella, porqué no dejarla para siempre. No es una cuestión de dinero…
E: ¿Es una cuestión de poder?
VM: Claro que no, está claro que si expando mi progreso también ayudaré a los demás, a mi comunidad.
E: ¿Dando un empleo que de todas maneras usted necesita?
VM: Todos necesitamos de empleos. Usted está trabajando, alguien lo contrató.
E: Mi jefe no dice que hace un bien a la comunidad contratándome. ¿Cuál es su límite?, ¿qué quiere para no seguir avanzando?
VM: Usted no quiere que yo siga avanzando ¿verdad?,  ¡para quién trabaja ah!
E: ¿Usted no tiene límites ?
VM: Mi éxito jamás lo tendrá. No ve que esta criticando una historia digna, un sueño logrado a base de esfuerzo y dedicación.
E: ¿Cuál es su modelo a seguir?, ¿Ayuda realmente a la gente más allá de cruces o empleos?
VM: (Risas sarcásticas) ¿Qué quieres?, ¿Qué regale dinero a la gente? Yo no doy el pescado, yo les enseño a pescar.
E: ¿Cuánto porcentaje del pescado que ellos pescan es para usted?
VM: ¿Cómo? (reflexiona), nadie la tiene fácil, el camino correcto es largo y con tropiezos
E: ¿Usted cree que todos deberían de ser empresarios emprendedores?
VM: ¡Claro que no!, cada uno tiene su vocación.
E: La suya era ser mecánico.
VM: (Más risas) Luego descubrí mi real vocación.
E: ¿La que le daba más dinero?
VM: (Mueve la cabeza de un lado a otro) Usted desconoce todo esto. Eso es inherente al éxito y aun lográndolo hay que mantenerlo.
E: ¿Mediante?
VM: Una buena mano y decisiones correctas que no todos pueden tomar. Tú no podrías dirigir por ejemplo.
E: Claro que no pero ¿Todo eso para ser feliz?
VM: La felicidad no lo es todo además lo que tengo se gana con pulso y luego se mantiene, cada uno tiene distintas formas de felicidad.
E: ¿No parará hasta ser un empresario gigante? De esos que dirigen los destinos ¿verdad?
VM: Qué puede saber usted de lo que quiero. ¡Ya me harté de su comedia! (Se pone de pie) ¡diga de que medio es!
E: ¿Alguna vez fue realmente feliz? ¿La felicidad nunca estuvo en ser bombero o policía? ¿En que me ayuda su progreso a mí? ¿Soy parte de su comunidad verdad?
VM: Vete a la mierda mocoso maricón. (Se va)

El invitado se va dando un tremendo portazo. Está claro que el señor Mollendo es un empedernido emprendedor, jamás se detendrá.

martes, 22 de mayo de 2012

Singular Desfachatez (Post bidireccional)


Yo no quería una historia de amor tipo A, esas que ocurren en las series juveniles, con mucha intriga, bastantes malentendidos, el beso bajo la lluvia después de una gran pelea con harto pop rock que se entona mientras la gente aplaude cuando me abrazaba con ella. Siendo francos yo necesitaba ser rescatado pero no de una depresión vulgar que se acrecentaba con mi instinto de autoexilio. Yo era de los que necesitaba una palmadita, un chiste fresco y una sonrisa que me ayudara a seguir y eso tuve, eso amé y amo.

En realidad, mientras todos andan en la búsqueda del paseo perfecto con el beso adecuado a mitad del puente o entre el estallido de los pirotécnicos, uno aquí presente, solo quería buscar maneras sencillas para el amor complicado. Hoy por hoy solo busco el rompecabezas que pueda armar con ella, no como una metáfora, es decir que hoy buscamos un rompecabezas 3D que armemos mientras tratamos de seguir haciendo de los días la dinámica donde puedo hacerla reír mientras hacemos cosas que solo tienen valor para nosotros.

No se malentienda esto como un testimonio de vida,  ni una terapia de ejemplo. Un simple anecdotario con apreciaciones que siempre me diferencien del resto, nada más. Yo aprecio el amor de chompas y chancletas, el amor de desvergüenzas, los códigos que lejos de ser notorios son claves para el chiste oculto y la broma que solo se queda en nuestra mesa mientras la limonada sigue quieta y mi vida se parte de una risa que levanta, solo a veces, ligeras sospechas. Nada más que eso es la verdad. Aun cuando tengo nombres alternos y describo mis sentimientos con las mismas dos palabras, entiendo y soy feliz de saber que los lugares que pisamos dejan de ser los mismos apenas no estamos en ellos, como si se decoloraran, hundiéndose solos y frígidos cuando nos apartamos llegando a otro que forma parte de una ciudad y de unos recuerdos que necesito solamente como una bitácora que documente que estoy amando en el presente.

Mi forma personal del amar busca, con mucha desfachatez, la singularidad que se encuentra en lo muy singular. Cada quien escribe o ve su historia, la matiza como puede y la dibuja entre aventuras de viajes y fotos como evidencia. La mía se queda entre las líneas, se esboza entre ciertas rayas de las veredas y comidas constantes, la conocen algunos mozos y uno que otro chofer de colectivo. Yo sigo buscando el rompecabezas y la película perfecta sin canchita (por glotón o por tacaño) y me veo dibujando círculos enormes con los mismos pasos por las mismas calles mientras pasa la hora de ir al lugar donde nuestros autos se cruzan para venir y decir cosas que solo a ambos nos importan aunque pierda todo lo dicho en comparación a historias más bellas pero nunca igual al desastre que hago y llamo relación.

Para terminar, cabe resaltar que las historias tipo A se difuminan sin luz, se acaban con el show mediático que termina en aburrimiento. Si acaso  triunfan, viven de los destellos y lo inacabable del papel regalo y las rosas de caja. Ante esto tengo el anecdotario, el guión de una novela para dos televidentes que se quedan quietos en las propagandas mientras ahí afuera sigue todo tan igual como siempre.

domingo, 13 de mayo de 2012

Federico y el Gurú (Corto cuento de antiayuda)


“Corrige tus hábitos, entra en armonía contigo y los demás y serás feliz” le dijo el gurú a Federico que entre tanta sed solo estaba concentrado en chupar un kiwi que el buen anacoreta le entregó apenas lo vio medio muerto entre las rocas de su templo que quedaba en la cima de la montaña más alta del país más pobre. Era extraño porque Federico no había preguntado nada y recibía una respuesta que al parecer le daba el sentido a la vida. Una vez terminó la fruta se paró detrás del gurú que permanecía con el bastón y la larga barba viendo el mundo desde la cima de aquella montaña. Con mucha calma Federico le dijo que no venía para aprender el sentido de la vida y mucho menos la receta para ser feliz. Le explicó que él sabía como serlo pero que no sentía ganas de decirle a la gente como lograrlo y si en algún caso alguien era tan insistente, él simplemente  inventaba fórmulas estúpidas que dejaban al fastidioso satisfecho. Todos los conocidos de Federico lo vieron alcanzar el éxito, tropezar y levantarse, nunca estar triste, tener un emprendimiento absoluto y nunca amedrentarse con nada, vivir en plenitud y jamás cuestionar a la vida porque relativamente el sabía como superar los problemas, ya sea venciéndolos (como en los negocios) o previniéndolos (como en la salud). Había logrado también el amor de una gran mujer que lo ayudaba en cada decisión, que estaba a su lado en cada paso importante y que, sin ir más lejos,  le había aconsejado subir la montaña más alta que se ubicaba en el país más pobre para así poder hacer lo que debía hacer: Escuchar al sabio que ahí vivía y lograr una solución o matarse de una vez por todas porque la vida simplemente no tenía gracia sin dificultades.

El ermitaño solo atinó a decir “Si quieres sentido en tu vida, solamente tienes que bajar al primer pueblo que está en la base de esta montaña y hacer que todos logren ser como tú, cuando sean todos iguales  y estén cansados de que todo les salga bien vengan en grupo y los dejaré lanzarse”

Pasaron veinte años hasta que una mañana una gran muchedumbre subía a la cima dispuesta a terminar con su vida. Al llegar al templo encontraron una túnica en el suelo con un esqueleto que aun contenía rastros de carne encima al lado de un bastón empolvado. Federico era demasiado inteligente como para no entender lo que quería el sabio. Sabía que debía coger el bastón y mandar a cada uno de los que estaban ahí arriba a que bajaran, encontraran un pueblo e hicieran a esa gente feliz y repetir el círculo infinitamente. Federico, en ese instante, tenía el poder de salvar al mundo, de lograr que todos fueran felices hasta el hartazgo, de que en el proceso de aburrirse de la felicidad tendrían momentos memorables y que eso les gustaría como cualquier droga o vicio que a la larga los llevaría a subir la montaña más alta del país más pobre para terminar en la muerte pero  antes de caer tendrían que enseñar a ser felices a otro grupo hasta que se hiciera una costumbre altruista entre los hombres. Si había algo de hermoso en esto, Federico no lo vio. Fue el primero en lanzarse. Esa mañana decenas de puntitos caían desde la montaña más grande en el país más pobre. De lejos no se veía ni su felicidad ni su hartazgo.

martes, 1 de mayo de 2012

Avenidas por donde ya no pasa el amor (Cursi infografía turística)


Concretos y sinceros. El amor ya no pasa por calles llenas de gente. Tu otra parte no está entre la multitud de la Calle Real a la 7pm esperando entre codos y caras. El amor que creemos que pasa sin darnos cuenta no pasa, porque cuando choca con tu brazo no es amor sino pura prisa. El chispazo de la primera mirada disminuye con un semáforo en rojo y se va al diablo cuando empieza el muñequito verde de 40 segundos. El amor no está en los supermercados. Cuando una mano del sexo opuesto se tope con la tuya en el instante que cogías el último Milo entenderás que la caballerosidad solo alimentará al hijo ajeno que carga tu competidor, el inútil “gracias” se perderá cuando su carrito de media  vuelta en la sección lácteos.

El amor no se sienta en las bancas del parque a esperar la charla amena de la literatura barata o poco realista, el físico ahora ya no oculta tu forma de violador interno. Las charlas espontáneas de gente totalmente desconocida no pasa de dos frases si no hay un objetivo común o mucho alcohol en la sangre. El tipo que amó a la chica que daba de comer a las palomas entendió, al final del día, que el amor no espera en bancas de 4 a 6 porque  la chica solitaria quería eso: estar sola. El amor no te va a esperar en las avenidas mientras pasa la lluvia y un paraguas compartido solo generará sospecha de mala intención que otra cosa. El beso bajo la lluvia déjaselos a los enamorados sin gripe o a spidey y Mary Jane.

 El inicio del amor no puede pasar en una defensa contra robo. No esperes vencer a los maleantes y recibir afecto victimario, el pánico no lleva a la calma y las posibilidades de reunión son tan escazas como la victoria. El amor se fugó de las paredes de las casas solitarias y abandonó las casas abandonadas, redundó un momento por la gente rara y se dio cuenta que entre raros el amor no es amor y va más allá. Está sensación ya no ronda por las vías del tren, mucho menos en calles tristes, no va pasar cuando salgas solo los sábados y no se topará contigo cuando te boten ebrio de desamor y alcohol de una chingana cualquiera. Es mucho más probable que el amor este en una torre con cerberos que en la salida de una disco.

Difícil es decir que el amor alguna vez estuvo en los buses o combis, las miradas intercambiadas entre llamada y sencillo solo se pega en el ambiente, se hace humo al bajar, se transforma en los paraderos y cambia con el dial del chofer que antoja tanto como tú desde su retrovisor malsano. Los pasajeros no aman, desean a lo mucho y eso es: cada esquina. El amor no está en las palomas o los gorriones de las seis, no está en las llamadas equivocadas ni en las voces sexys de la casa del amigo. El amor no está en la mesa del restaurant donde come el individuo solo todos los días, las reglas no van a dejar sentarte sin un compromiso al rechazo. El valiente se sienta y entabla algo, vuelve media hora después y entiende porque ese amor fugaz comía solo. El amor no nace de la mirada indiscreta, de la autoconfianza que aplasta la fragilidad de los ojos y las iris. El que aborda sin temor no entiende que el primer síntoma amatorio es el miedo irremediable.

A esta lista se agrega que el amor no está en las alas de tu ave favorita o las máximas de tu mentor espiritual. El amor abandono a muchas religiones y jamás pasó por las iglesias. El amor no es dios y ningún dios puede ser amor. Este bicho no trata de mostrar su plenitud, es su naturaleza ser inmenso y contraponerse a la ubicuidad.

El amor dejó las florerías y cartas cuando apareció el plástico y los mails. El amor se escapó de las guitarras cuando la vulgaridad produjo  más besos que la apertura sincera del alma. El amor se fue de miles de lugares al mismo tiempo que entendía que miles de personas son absurdamente idiotas para amar.

Lo último que entiendo es que el amor regresa por periodos y que sobrevive tal vez en la constancia que no roza la ingenuidad. A veces sobrevuela una discusión acalorada y baja entre enemigos que se odian o amistades que ya no se hablaban. Le gusta posarse sobre el orgullo inquebrantable. Se asoma entre los diversos barrios y utiliza las ocasiones donde uno jamás está preparado. Se hunde entre seres inentendibles mientras que no aparece en miradas y no se instala en corazones. Necesita de tiempo y espacio, de miles de contradicciones, de dudas y me mucho miedo adornado de roces fríos en el espinazo. Necesita de miles de peleas internas y externas siendo un ente de conflicto. Una vez estable el amor abandona el mundo y solo se deja ver por uno mientras prepara el café o dice que irá a la tienda a comprar y vuelve con galletas porque ya no había pan.

domingo, 22 de abril de 2012

"Debería de..." (Expedientes de cambios sin voluntad)

Es claro que siempre debemos de hacer algo más allá del deber obligatorio. Es claro que debemos de lograr algo por nosotros mismos incluso siendo los peores rechonchos que amamos  a nuestro sillón y que sentimos sus cojines como una prolongación de nuestros glúteos. Es obvio entender que por más vagos que seamos aspiramos a ser algo que realmente no somos. Más allá de la filosofía de inconformismo se puede entender la vida de TODOS con una pastilla de  “Debería ser” de 150mg  por las mañana antes del desayuno y otro “Desde mañana voy a…” Forte antes de dormir. Todo esto nos da como resultado una lista inmensa que va desde formar el hábito alimenticio hasta el dejar el cigarro o la paja para una vez a la semana.

Ahora está claro que los “deberías de” de unos son muy contradictorios a los de otros. El “debería de tomar desayuno diario y no irme a la chamba así porque luego tengo sueño” se opone al “debería de no comer esos panes con tamal diario e irme ligerito a la chamba para no andar con los gases en el ascensor”. El “debería de estudiar más y dejar a los wachiturros de la esquina” se opone al “debo de dejar de tomar tan enserio las tareas, terminar con la Manuela y tener una flaca de verdad”. “Debo de buscar trabajo serio y dejarme de hobbies” vs “debo dejar el trabajo y empezar a hacer lo que amo: shakiras y collares”. “Debo de dejar de gastar tanto en las salidas” contra “Si sigo llamando cenas románticas a las hamburguesas de hotdog picante nadie saldrá conmigo”

Pero aun sabiendo que nuestras intenciones de cambio suelen ser efímeras y vánales hay muchas que son realmente serias pero que nunca logramos: El “Voy a hacer más ejercicio por el bien de mi corazón” de un adulto de 40 con sobrepeso. El “desde mañana no bebo una gota de alcohol” o “Hoy fue la última pitada de mi vida” de cualquier adicto. Los “Debería de jugar más con mis hijos”, “debería de ser más romántico con mi mujer” etc etc que no logramos por la falta de constancia o porque simplemente no sabemos hasta que punto estamos hundidos en la conducta a cambiar.

En este instante yo debo de decir “la constancia y la fuerza de voluntad blablá bla”, en realidad el post no es para encontrar soluciones a los “debería de”. Es más, soy consiente que aun cambiando mis “debería de…” por “hoy haré esto” ó “Ayer logré…” no conseguiré un cambio drástico. La conducta humana nos sale de los poros y la queja es eterna. No hay una solución a los “debería de…” ya que cada vez que queremos cambiar una conducta o hábito sabemos que nos enfrentamos al monstruo de la constancia y nos replanteamos cambiar en dosis pequeñas, vagas que nos hagan sentir cómodos por el momento. El gordito de los panes no cambia su dieta a pan integral porque el monstruo está en ese germen de trigo y entiende que sabe feo y   que no llena ni mierda. El gordito del pan baja de 4 a 3 tamales al día y siente algo que con el tiempo tal vez logre calmarlo y con suerte cambie su dieta a uno solo.

Nuestros “debería de…” se quedan en promesas porque somos conscientes de que cambiar duele y es casi imposible sin alguien que te este recordando tu podredumbre día tras día. Los gordos bajan de peso con ayuda de un entrenador así como los flacos suben por un nutricionista. En este punto los “debería de….” adquieren su verdadera naturaleza: el apoyo por dinero. Así que al replantearnos el universo y pensar que podremos dejar el cigarro por simple fuerza de voluntad encontramos ante nosotros la fuerza sobrehumana de la mala costumbre y sabemos que necesitaremos pagar a alguien.

Un sujeto dijo que para no lamentarnos de nosotros mismos debemos de pensar las cosas antes de hacerlas pero nunca entendió el pobre que cada decisión nos condena a un extremo, que nos ata a otra costumbre. El hombre es un animal de hábitos. Entonces si pienso todo antes de actuar, voy por lo seguro, evito los excesos, respeto a los demás y nunca se me sale la ira,  me caso virgen, etc, tarde o temprano diré “debería de no haber escuchado a ese cabrón que decía que todo lo debía de pensar”.

Desde apariencia hasta costumbres malsanas, pasando por generar hábitos que nos salvarán o que prolongarán la vida o felicidad, nuestros “debería de…” son eternos puntos donde se encuentra nuestra verdadera identidad. Hay que tener cautela en los asuntos a cambiar para luego no arrepentirnos aunque es una regla fija que lo hagamos de diversas formas.

Sin escape y sin remedio, seguro estoy que los que logran cambios sin pagarle a nadie dirán que eso se logra con pura fuerza de voluntad y la gente les creerá y les ofrecerán dinero por el secreto a lo que estos accederán amablemente, dichosos de lograr cambiar tus “debería de…” por una realidad, amenos claro que sean fanáticos religiosos que te convierten gratis y te cobran en cómodas cuotas de diezmos semanales.

domingo, 15 de abril de 2012

“Esa naturalidad que se te da para decir idioteces..” (Diálogos monótonos)

Dependiendo del estado en que uno esté, siempre podremos identificar al caballo animalejo que adopta las posiciones más estúpidas dentro de una conversa. En otro término: siempre hay un webón que habla estupideces.

Es claro que existen tipos y factores que revelan a los idiotas en una reunión, tertulia, encuentro, fiesta, cita, plan o un simple cruce de miradas. Ahí está el idiota que te rastrea para adormecerte con un análisis sesudo, para hablar de su nueva adquisición o su punto de vista del actual gobierno.

Obvio es que si somos dos frikis que encontrándonos a la salida de un centro de juegos el primer tema a tratar será el mismo y nos pasaremos las horas preguntando de niveles, razas, tipos, maná, etc, caminaremos conversando de antiguos artefactos y nos burlaremos de sistemas de juego y demás hasta llegar a casa, entrar en el cuarto y pensar “que buen conversador soy”.  El problema radica cuando atrapamos a un tercero: un normal de peso medio y de IQ igual o más a 80. Este de inmediato se indignará de tanto dato y vendrá a escribir un post similar si es que su indignación lo deja.

Los sujetos hablan huevadas, están por todos lados, incluso he de ser consiente que uno lo es a veces cuando no toma real advertencia de su entorno y se suelta una inocente diatriba entre un grupo que toma un tema enserio. Vital es defender tus ideas pero tonto es soltarlas donde sabes que podrías provocarte una fractura. Cosas como “el metal es mierda” en un bar dark, mentar a cualquier reguettonero en medio de una disco de cinco lucas, decir que “el fortachón de la esquina usa esteroides “ en medio de tu rutina (el castigo llegará cuando estés en las duchas), insinuar que la hermana de un amigo está fuerte en pleno cumpleaños de su viejo y cosas así. La sinceridad es buena en circunstancias que te permitan cuadrarte bien para lo que venga o que te den cierta ventaja o ventana para que corras.

Están aparte los filósofos de cantina, los pensadores de vaso o analistas de chapita, los que con media caja discuten de cosas que no vivieron (Odría, Velazco, Hitler, el Cenepa, sismos, huaycos, los Mayas!)  o que discuten de lo que creen que vendrá, osea: “ya verás en cinco años vamos a estar sin ropa, sin trabajo, sin hijos por tanta basura, sin plata” y sentenciarán la declaración con el ya mítico “como con Alan pues”. Claro está que los queridos pensadores dejan la política pura, las estrategias militares, los datos estadísticos, la cruda y pendeja verdad para cuando estén muy mal, justo antes de que empiecen con las canciones Carmencita o Abanto Morales. Está por demás decir que las idioteces salen con más fluidez en lo etílico del momento.

Más cerquita, y sin tanto olor a ron, encuentras al florero de plata, el que hace pana del nuevo sistema de rastreo de su reloj Akita, el que muestra el Samsung Galaxy y usa el GPS para buscar su casa de noche. Tipos que ofenden el intelecto con máquinas que compensan su ubicación y raciocinio. Aquí están los que actualizan estado cuando se sienten con confort: “Comiendo un cheese con la loca Pinky”, “Rumbo a la juerga con el Tomate”. Webadas que se satirizan  por el hecho de  hacer público su destino. Amantes de los caracteres y del puto pájaro azul que se gana toditos mis: “que chucha me importa”.

Está, por no ponernos al final, el que asiente con la cabeza mientras otros hablan de cosas que nos generan repudio, en mi caso el fútbol me hace asentir y nombrar cosas que oigo por ahí. Aunque para mi CR7 me parezca un simple captcha diré que es bueno pero sentenciaré que mejor es la pulga aunque la única que conozca toque en los RHCP, todo esto para que no me veten y sigan pasándome el vaso, claro está también que jamás me quedó en un lugar donde hable todo el día del balón amigo amigo de Oliver y enemigo de Bruce.

Están los abominables que usan de pésima forma el doble sentido, los que desbaratan una buena broma, los que satirizan mal, los que creen que son líderes y guían a la manada, los que adoptan posturas para sentirse “chéveres”, los que todos les llega al pincho y solo hablan para joder los planes, los que repiten el chiste una y otra vez y los que chismean cosas que no tienen importancia, los spoiler que nos joden las tramas y los pendejos que sueltan noticias escatológicas cuando estamos comiendo, los mierdas que dicen que ya pusieron antes de que llegáramos al bar, palabras tras palabras que nos irritan y nos agobian, que nos piden  un guillete para sacarles la lengua y ofrecérsela a la ciudad. Todos la jodemos alguna vez, hablando huevada tras huevada nos formamos y nos conocemos, nos hacemos hábitos y formamos defensas extrañas, códigos que callan, palizas de silencio que nos hacen decir mentalmente: “carajo no diré más”, acto seguido será avanzar con el grupo sintiéndose un idiota hasta que el del costado la vuelva a fregar y nosotros listos ahí con la mandíbula abierta.

domingo, 1 de abril de 2012

Parches y excusas (informativo para explicar lo que a uno le pasa)

Para iniciar está, luego del tiempo de webeo asalariado con estrés, la nueva versión de la página de Facebook. Próximo está el like que di a toda página que mente la biografía de Zuckerberg. Más allá se dibujan las entradas solitarias: las mismas que poseen ningún comentario pero que fantasmalmente alimentan el contador de visitas. Cerca muy cerca: las ganas de querer seguir siendo lo que de a pocos se apaga como vela en el espacio. Todo se desdibuja, se quitan los colores, incluso los grises de esta aventura sin lectores. Para finalizar, aquí al costado, el polvo cubre las teclas y el mouse. Arriba la pantalla que sirve para que duerma el gato y para que los estados critiquen nuevamente la puta biografía del buen Mark. Nuevamente me planteo el post semanal, no, ahora diario o ¿quincenal?,  la cosa es escribir y sobrevivir aferrándome a la idea de que los baobabs no se están chupando mi planeta.

Ahora bien, una caricatura de los hechos:

“Salir de la U era manejar, por fin, la carcocha que cargaba en maletera  mis ideales de músico y escritor. Con sonido trillado al hartazgo, manejaba pues mi modelo de manivela haciendo oídos sordos a los que decían que a pie llegaría más rápido que trepado en esta mierda. Yo sabía que quería avanzar por donde chucha sea pero avanzar, lento pero seguro con la carcochita que podía cargar con mis libros, audios, pensamientos, ideales, desahuevantes morales y el ateísmo en frasco por si necesitaba usarlo contra algún zombie resucitado. 

Llegado el punto del fin, me di cuenta claramente de dos cosas: la primera, avanzar a cualquier lado significa también retroceder para su opuesto inmediato y la segunda es que los putos pendejos tenían razón: a pie avanzaba más rápido. Aquí te explico si no la sigues, ir a pie significaba dejarme de huevadas, ir a un lugar fijo, buscar chamba, ganar dinero y hacer algo parecido a todo lo que le dicen vida común y corriente. Ir a pie significaba también llevarme un puñado de sueños que habían en la carcocha con manivela, es decir dejar casi todo o peor aun, elegir entre sacar el lapicero y el cuaderno para llevarme la ilusión del escritor o agarrar la púa y la guitarra para ser una especie de juglar de pista y labrarme a punta de aullidos una carrera en el tiempo libre. Las cuestiones morales y el ateísmo en frasco cabían en el bolsillo de la casaca así que con eso como las webas. 

Ahí estaba pues, asustado, agarrando mi lapicero y la guitarra en mi carcochita que sonaba como máquina para hacer cancha. Dejar un elemento y olvidarme de él junto con el vehículo era renunciar a una parte muy mía, una cuestión que me llenaría de tormentos y sudores nocturnos que no quería experimentar. Luego de pensar en cual elegir me di cuenta que la elección más adecuada era la más idealista y  antisensata  posible. Salí de la carcocha y me largué lateando, dejando las dos cosas ahí. Así pues la mica de la guitarra se llenaba de polvo y las letras, los posts, las actualizaciones de la página quedaron huérfanas, al vacío. La carcocha eterna quedó abandonada con todo y cosas, no elegí nada y me largué.

Hoy regresé, luego de un mes o más, ya tengo los planos para hacer de mi carcocha un todo terreno. Me uní a la marea de los individuos reales, esos que ganan y gastan pero pienso invertirlo todo, absolutamente todo en esa máquina que suena a taladro de obrero. Si bien no estoy subido todo los días afinando las cualidades de escritor y músico porque me voy caminando diario, trato de regresar cuando puedo, cuando la modorra no vence, cuando recuerdo que si me bajé de esta metáfora absurda fue para hacer que todo eso que está en la cajuela sea realidad en un futuro inmediato. Pichuladas de joven. Estar escribiendo esto significa que ahora estoy trepado escuchando la radio AM de mi vehículo aterrorizado.”

Luego de la caricatura y las metáforas de couch me planteó a mi mismo un sinfín de promesas mientras entiendo que ahora hago cosas distintas a las que pensé hacer. Recuerdo tal vez que necesito de mucho. Puedo sentir a la vez raíces bajo mis pies, advierto nuevos elementos en mi relación con la soledad, me han quitado mi burda y feliz habitación vacía y la han llenado con mucha cosas. 

Se supone que todo lo que me invade debe provocar mi ira nivel 3 pero la verdad es que a medida que estoy en ese mundo de personas útiles,  le agarro cariño a ciertas especies que se mueven como yo y que me dan nuevas formas humanas de  seguimiento. Si bien ya advertí las primeras rajaduras de mi mundo entiendo que siempre me quedará está parte de la tierra para poder quejarme una vez más sin que nadie me entienda. Al final el asiento trasero es amplio y las excusas me siguen sobrando.